-✨ Mike ✨-
Estaba ya en el salón de clases, todas las platicas hacían que hubiera mucho ruido.
Crucé mis brazos y los recargue en la mesa frente a mi, después puse mi mentón sobre ellos, estaba aburrido.
No es como si no tuviera personas con las cuales pudiera hablar para distraerme, pero recientemente ya no tenía ganas de hablar con nadie.
Todo el tiempo pasaba de prisa y me arrastraba sin yo poder negarme, me había sentido varias veces así en el pasado, pero no recordaba como lo había "superado".
Suspiré y miré al chico que se sentaba enfrente de mi, el cual era el que me estaba generando mucho interés, aún no sabia el por que.
Lamentaba no haber puesto atención cuando el profesor lo obligó a presentarse, ahora sabría su nombre y no diría "el chico".
Sería aún mas sencillo si al momento de comprobar la asistencia dijeran los nombres en vez de los apellidos.
De inmediato llegó la idea de ver la portada de sus libretas, algo complicado ya que siempre estaban abiertas en una hoja en blanco, nunca cerradas.
Me acerqué un poco, captando inmediatamente el delicioso olor a vainilla que desprendía ¿esta era una de las razones para llamarle raro? Si, no es como si la mayoría de los chicos prefirieran oler así, pero no era razón suficiente.
Me siento extraño, en solo una persona, cuando quieres saber el nombre de una persona simplemente vas y se lo preguntas, no estas aquí comprobando a que huele.
Pendejo.
Después del regaño mental, dirigí mi mano a su hombro para hablarle, pero el sonido de la puerta abriéndose interrumpió aquel desorden.
Y también disipó mi seguridad para hablarle.
La profesora se apresuró en entrar al aula y dejar sus cosas en el escritorio, ya todos estaban en su respectivo lugar.
Rápidamente pasó la lista para comprobar la asistencia, como siempre, diciendo solo los apellidos.
No hay mucho que destacar, una clase completamente común, tal como las anteriores y tal como la otra que siguió después de esta.
Sonó el timbre y rápidamente guardé mis cosas, pero la idea que había surgido hace una hora seguía plantada en mi mente.
Así que disminuí la velocidad de mis movimientos.
Ese chico siempre era el ultimo en salir, no tenía ninguna clase de apuro en guardar sus cosas y los demás si.
Tomó su mochila y se la colocó,caminando hacia la puerta, así que rápidamente tomé mi mochila, dispuesto a ir con el y comenzar una platica.
Pero los típicos tarados estaban junto a el, arrinconándolo contra la pared.
Me acerqué poco a poco.
–Puto maricón– le dijo un chico que estaba de espaldas hacia mi.
–Ay cariño, eso ya lo se ¿te puedes hacer a un lado? Voy a pasar.
El tipo pareció enojarse porque tomó el hombro del contrario y lo estampó de nuevo contra la pared.
–Tu no te vas– dijo fríamente.
–¿Y desde cuando te hago yo caso a ti?– levantó una ceja y caminó lejos de ellos.
Nunca había visto a alguien tan tímido como el, actuar así contra algún tipo de ataque.
Salí de mi trance y corrí hasta llegar justo detrás de el, toqué su hombro.
–¿Vas a volver con tus cosas obvias?– se giró con el ceño fruncido, el cual quitó al verme.
–H-hola– dije lo mas normal posible.
–¿Que quieres?
Ouch.
. . .