-✨Tony✨-
Tomó mi mano mientras me jalaba hasta el parque, no tenía ni idea de que le sucedía este día pero el tacto de su mano era cálido y agradable, así que me quedé callado a pesar de el riesgo de que en realidad fuera un secuestrador y yo fuera su objetivo ahora.
–Hey Tony ¿Qué tanto vez en el suelo?– escuché su voz e inmediatamente levanté la mirada.
–Veía a mi amigo Satanás ¿Quieres conocerlo?
–Ya lo conozco, todos me molestaban así que siempre charlaba con el a los cinco años. . .– hizo silencio y yo no pude contener la risa.
–Ya cierra la boca y dime a donde vamos– me quedé de pie y me quedé lo más firme en el suelo para no avanzar más, pero me movió sólo con jalarme mientras daba media vuelta para seguir avanzando.
–Sólo quería caminar junto a ti, sabía que creerías que iría a un lugar específico.
–Oh me lo hubieras dicho antes, pensé que me secuestrarías y ya me estaba asustando– comenzamos a caminar más lento, al menos hasta que Mike comenzó a correr por entre los lugares que no tenían árboles. No se que diablos hacía.
–¡Oh, diablos! Nunca logro atrapar ninguna– se lamentó luego de haber intentado capturar una paloma que sólo estaba ahí junto con otras.
–Dejalas en paz, tienen mejores cosas que hacer además de ser atrapadas por un poste con patas– me miró ofendido pero luego río, caminando hacía mi.
–Tu poste con patas– ya estando frente a mi me dio un fuerte abrazo, que incluso logró levantarme algunos centímetros sobre el suelo.
–Ya comenzaste con tu mierda cursi– me quejé a pesar de la bonita sensación que sentí en el pecho.
–Tu amas mi mierda cursi– me miró unos segundos para después repartirme incontables pero rápidos besos sobre todo mi rostro, los cuales me hicieron sonreír sin poder evitarlo.
–Yo amo tu mierda cursi– rodeé su cuello con mis brazos, en una especie de abrazo muy leve, pero por lo menos me sirvieron para poder mantener sus acciones quietas. Luego me acerqué y le di un profundo beso en los labios, uno que por su larga duración y la sensación linda parecía que estaba en un sueño y al despertar me recibiría la vida que tenía antes de conocerlo o después de perderlo.
No podría decir que todo era mierda antes de conocerlo, era: normal, ordinaria y común. Incluso cuando me comenzó a hablar (o intentarlo) seguía siendo normal, sólo tenía a un chico que no me dejaba de hablar, el cual por cierto era como una patada constante en la espalda. Siempre estaba molestándome con su torpe necesidad por hablar e interrumpirme en lo que yo hacía.
No entendía el porqué el soportaba todos los insultos y , mas raro aún, el porqué siempre volvía al día siguiente con su amplia sonrisa. Con la esperanza de que le contestara con algo que no fuera hiriente u ofensivo.
A veces creo que sí no hubiera hecho eso y hubiera actuado de otra forma más amable, quizá me hubiera ahorrado el asunto que pasó con Alysha. Ni siquiera sé que pasó con ella, pero hizo que sus amigos me medio mataran, así que chingue a su madre esa vieja.
–Tony, te amo mucho– escuché su voz en un costado de mi rostro, había recargado su cara en la curva de mi cuello. Mis pies estaban en el suelo, ya me había dejado de levantar en el aire, tan sólo me abrazaba y yo hacía lo mismo.
–Yo también lo hago– alcé una de mis manos, pasando por su nuca hasta llegar a su cabello, acariciándolo con lentitud, tomándome el tiempo de pasar mis dedos por entre sus onduladas hebras. Una y otra vez durante todo el tiempo que escuché su respiración.
–Lo se– me contestó luego de que varios minutos pasaran.
–¿Querías traerme a este solitario parque para abrazarme hasta que oscureciera el cielo?– pregunté luego de ver el color en el cielo, el cual no estaba oscuro, pero ya no era celeste.
–Este sería mi plan de vida si no tuviéramos necesidades básicas que no se pueden hacer aquí– soltó una risita contra la piel de no cuello.
–Putas necesidades básicas.
–Además de que no creo que te guste estar aquí sin tu preciado internet o tu gusto por no coger al aire libre.
–Ya callate, si podría hacerlo.
–No es verdad, pero está bien, no tienes que hacerlo– me apretó más en el abrazo, hasta que un grito hizo que saltaramos, haciendo que nos separáramos un poco de nuestro cómodo abrazo.
–¿¡Que estás haciendo, hijo?!
Al voltear estaba ¿como no? Mi suegrito.
. . .
¡Ya llegué!
¿Ya entraron a clases? Yo no xdBai ❤