-✨Mike✨-
Me quedé varios minutos pensando en que pude haber echo mal para que cambiara tan rápido de opinión respecto a mi.
Repasaba cada una de mía acciones pero no había alguna que estuviera realmente mal para este distanciamiento.
Ayer no lo vi en la salida y hoy tampoco lo había visto entrar, solo vi a Kellin caminando de un lado a otro, viendo para todos lados, supongo que también lo estaba buscando.
Pero no hay de que preocuparse, seguramente solo se levantó tarde y no alcanzó a venir a tiempo como acostumbraba hacer todos los días.
–Hola, cariñito– escuché la voz de Alysha muy cerca y luego un chasquido provocado por sus labios fue depositado en mi mejilla derecha.
–Hola ¿como estás, princesa?– la tomé de las manos para después rodear su cintura con mis brazos.
–Muy bien, te extrañaba aunque nos vimos ayer– soltó una risita, seguido se acercó a mi y dejó un beso sobre mis labios, pero lo sentí impropio, como si no me perteneciera a mi.
La miré a los ojos, los suyos reflejaban una mirada cargada de cariño detrás de el verdadero color claro que poseían, sacudí mi mente internamente para despejarme.
–¿Por que aceptaste ser mi novia?– dije después de varios segundos de observarla, ella solo alzó una ceja.
Pensé que sentiría algo fuerte por ella, cuando no le dije la verdad supuse que era injusto no darnos una oportunidad para poder descubrir si es que eramos una pareja funcional.
Sentía que podía ser la persona que yo necesitaba.
Pero ahora no estoy seguro.
–Ay, eso es obvio, porque me gustas mucho– pegó su frente a la mía, con una sonrisa amplia.
–Si, pero ¿Porque te gusto?
–Oh ¿Entonces quieres escuchar la historia?– se despegó de mi y si sentó al lado mio, pero todavía muy cerca, conservando el nulo espacio personal que teníamos.
–Si, me da curiosidad– entrelacé nuestros dedos, volví a sentir algo en mi pecho.
–Bien. . . Todo comenzó hace algunos años, seguramente no lo recordarás porque en ese momento yo no estaba muy presente en tu vida– hizo una pausa para voltear a verme con una sonrisa –Como ya sabrás mi madre nos dejó a mi padre y a mi hace 8 años, tuvieron que internarla en el manicomio por que realmente no estaba bien, estaba muy lejos de estar bien, pero antes de que se la llevarán me lanzó una pulsera de diferentes colores que ella misma había echo, la misma que tengo justo ahora– Me mostró su otro brazo, donde estaba una pulsera de hilos, eran de variados colores cálidos que se veían hermosos juntos, yo solo asentí varias veces.
–Creo que solo quería que la recordara con algo– continuó, tenía la mirada en el suelo y no podía ver su rostro –Días después mi padre se negaba cada vez que le decía que quería ir a visitarla, con el tiempo comprendí que ya no me dejaría verla y que solo tenía esta pulsera para recordarla. Siempre cuidaba de ella, de alguna forma representaba el lazo que tuvimos, pero un día unos chicos me la quitaron, la aventaban entre ellos solo por en gusto de verme llorar mas.
Abrí los ojos un poco, recordaba eso.
–Y cuando tu los empujaste y me devolviste la pulsera te ganaste un lugar en mi corazón– sentí una cálida gota caer en una de mis manos, en especifico la que sujetaba la suya, y cuando levantó la mirada descubrí al instante que ya estaba llorando, pero a pesar de eso, aún sonreía con agradecimiento– Significas mucho para mi.
–No llores, princesa– tomé sus mejillas y retiré las lágrimas, me dolía verla así.
–Perdón, no era mi intensión– cubrió su cara con ambas de sus manos.
–La extrañas mucho ¿verdad?
–Si, no te imaginas cuanto, se que mi padre pensaba que me haría daño, pero se que no es así, ella no sería capaz– dijo y soltó un suspiro, ya mas calmada.
La miré un par de segundos, analizando internamente su situación, era apropiado darle un regalo.
–¿Que te parece si vamos a visitarla?– volteó casi al instante, sorprendida.
–Pero mi papá no me deja ir.
–Entonces dile que vas a cenar con tu novio– besé su frente –Solo necesitamos saber donde es que está internada ella.
Me miró varios segundos, en los que tenía una expresión neutral que poco a poco se perdía entre la felicidad.
–Mejor le avisaré a mi madrastra, además puedo preguntarle donde está mi madre, después de una pequeña charla seguro me lo dice al instante– hace una pequeña pausa– es muy emocional respecto a esto.
–Bien, me avisas para ir a tu casa– la abracé por la cintura, tratando de darle todo el apoyo que necesitaba.
–¿Hoy?
–Pues claro ¿porqué esperar?– ella solo sonrió mas y también me rodeó con sus delgados brazos.
–Te amo tanto– en un instante nuestros rostros ya estaban muy cerca y como esperaba, me dio un beso en los labios, el cual no dudé en corresponder aunque se sintiera vacío.
Un gran espacio que estorbaba, aunque suene ilógico. Sus labios se movían sobre los míos y yo solo sentí un dolor de costillas, como si no quisiera hacer esto a pesar de que era normal para mi.
Ese sentimiento se fue cuando cerré los ojos y pensé en Tony.
. . .