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-✨Mike✨-

–Disculpa eso– le sonreí después de haber terminado de estudiar todos los temas que vendrían en el examen que cada vez estaba más cerca.

–¿Te refieres a estar pendejo y tardar mas de lo esperado por tu culpa?

–No– solté una corta risa y después dirigí mi vista de nuevo hacia el– Me refiero a lo que hizo mi hermano.

–¿nacer?

–Ya wey, esto es algo serio– le dije ya cuando estaba riendo de nuevo.

–Tu eres el único que se está riendo.

–No, pero tu f-

–Esto es algo muy doloroso para mi– me interrumpió– y tu solo te burlas sin considerar como me siento respecto a eso.

Se quedó serio por un tiempo después de haber dicho eso, ya iba a disculparme de nuevo cuando comenzó a carcajearse de nuevo.

–Demonios ¿enserio me creíste? Pensé que ya sabías que eso me vale verga– cubrió su boca un poco al mismo tiempo que reía mas.

–Deja de jugar con mi mente– torcí la boca para suprimir una sonrisa.

–Si, si, me voy a dormir aquí si no te importa– dijo mientras se acostaba en el suelo.

–Te va a doler la espalda– le advertí mientras guardaba mis cosas en mi mochila.

–De todos modos ya me duele– dijo ya con los ojos cerrados.

–¿Y que hiciste para que te doliera?– alcé mis cejas repetidas veces aunque no me pudiera ver.

–Uff men ¿que no hice?– soltó una carcajada– por mientras puedes hablarle a la vieja esa que tanto te buscaba.

–"la vieja esa"– solté una risita mientras sacaba mi teléfono– no la quieras tanto.

–Disculpa, no puedo evitar tratar mal a la podredumbre– hizo una pequeña pausa– y ya dejame dormir we.

–Oye, pero también me tratas mal a mi ¿entonces soy podredumbre?– se quedó en silencio como por 3 minutos en los cuales esperé una respuesta suya– Puto.

Al alzar la vista de mi teléfono vi como ya se había dormido en el suelo, deje aquel aparato en mi bolsillo sin haber mandado algún mensaje a Alysha y me levanté de la silla donde estaba sentado, yendo directamente hasta donde estaba Tony.

Me agache y lo rodee con mis brazos para poder cargarlo, con el objetivo de ponerlo en mi cama, donde no le dolería la espalda ni tendría dolores por lo frío del suelo.

Pero como ya era esperado, se despertó a mitad de el corto camino.

–¡Ahhhh!– comenzó a darme manotazos que llegaban justo a mi rostro– ¡No me comas!

–¡Ya deja de moverte, te vas a caer!– traté de no dejarlo caer, llenado rápidamente hasta mi cama y lanzándolo ahí, justo cuando el sonido de la puerta volvió a hacerse presente.

RᴀA R E? • PerrentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora