Huge estaba pensativo en su camarote, era el cuarto vaso de coñac que tomaba y seguía sintiéndose como un gusano pisoteado. ¿Cual era el problema?, era consciente de que no tenia el rostro de Liam, ni el porte de Edmond, pero tenia el mismo éxito con las mujeres que esos dos.; a lo mejor seria su título... ¡si eso debía ser! Weilburg era un duque, el idiota de Chester un vizconde y el... el era un simple Barón que gozaba de las riquezas que le proporcionaba cosechar frutas , algunas hortalizas y ser socio menor de sus dos amigos.
Jamás había renegado de su estatus o su titulo, nunca le había importado lo que la gente dijera a sus espaldas, y mucho menos, lo que las féminas pensaran de el; pero ¡esa extranjera mal agradecida! lo traía como un pelele. Lo del desayuno no solo fue una grosería, ¡NOOO! fue uno de los muchos desplantes que esa tal Ingrid Briest le había hecho en estos días; sin contar,que ni siquiera había salio del camarote para merendar con todos ellos después de que abordaron el barco; es más ni siquiera sabia por que accedió a viajar con ellos a Austria.
Lady Emilia la había escusado diciendo que los barcos la ponían muy mal, pero el sabia la verdad... ni siquiera quería compartir el mismo aire que el. Así que si ella no quería verlo, pues entonces tampoco saldría de su camarote. Unos golpes en su puerta lo enfadaron más de lo que ya estaba.
-¡¡¡LARGO!!! no estoy de humor.
Pero eso no le importo a Weilburg, que acostumbrado a ser omnipotente, entro muy a pesar del amargado tripulante.
-Es una fortuna que sea yo y no otra persona el que presenciara tu falta de modales Parrish- Con ese paso elegante que lo caracterizaba ingreso el duque y se sentó en un pequeño sofá- ¿Me puedes decir que es lo que te pasa? tienes días actuando igual que yo, y eso no es normal en ti.
-A usted ¿que puede importarle su excelencia?, si lo único que sabe hacer es tirar baba por el suelo que pisa su dama- hablo Huge con ironía y sorna.
-No voy a ofenderme por que estas nadando en tus propios jugos de amargura- Edmond se quito una pelusa imaginaria de una de sus mangas- solo quise ver si aun seguías vivo y por lo que veo estas mejor que nunca.
-Bien ahora que ya comprobó lo que quería, seria tan amable de retirarse de mi camarote "excelencia"- Dijo el barón desparramado en el colchón con un vaso a medio llenar en la mano y la otra cubriéndose los ojos.
El duque estaba apunto de agarrar a golpes a su amigo por patético y arrogante, pero se contuvo por que jamás lo había visto de ese modo. El siempre solía bromear y andar alegre, pero ahora, era todo lo contrario.
-Bien cuando decidas, salir de tu patético y penoso estado de niño emberrinchado, nos alcanzas a Chester y ami en la cubierta- Edmond se puso de pie al ver la indiferencia de su amigo, pero lo castigaría donde más le dolía- ¡¡¡ah y por cierto!!! cierta dama pregunto por ti en la cena, una lastima por que se veía realmente bella.
Tal y como lo predijo, Huge se incorporo de un golpe en la cama y tiro el vaso al suelo, pero como castigo Edmond salio antes de que se atreviera a preguntarle algo. Es verdad que había cambiado su carácter después de casi perder a Emilia, pero en el fondo, seguía siendo encantadoramente malvado.
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A cuatro camarotes, Ingrid caminaba aun nerviosa de un lado a otro, mientras Corinna la veía preocupada; ya que nunca se había comportado de esa forma.
-¿Podrías venir a la cama? bastante tengo con mis nervios como para cargar también con los tuyos- decía la joven sentándose en la orilla del colchón- ¿Que es lo que te pasa? jamás te había afectado tanto el estar en Austria ¿que es lo diferente ahora?
-Perdóname querida, tienes razón- Ingrid se cerco al pie de la cama- es solo que, no lo se... tengo una preocupación atorada en el pecho y a eso suma la culpa que cargo en mi conciencia.
-¿Te refieres al barón?
-No ... no... bueno si... si y no, ni yo me entiendo.
-A ver, acércate déjame trenzar tu cabello ¿Si?- Dijo Corinna con una dulce sonrisa que doblego al ansiedad de la mujer- cuéntame lo que te pasa.
-Es solo que últimamente, a raíz de lo que paso en Londres, he estado teniendo pesadillas, y también comencé a tener la sensación de que algo pasara en cuanto llegue a Austria.
-Sabes, yo también me siento inquieta, pero admito, que el compartir tiempo con el duque y sus amigos me ha sido ameno.
-Ese es otro problema, estoy demasiado ansiosa y el pobre barón es el que la ha llevado, ni siquiera a querido salir de su camarote para no verme- dijo con pesar Ingrid.
-¿Y eso te preocupa? ¿Que no puedas verlo?- la complicidad de la voz de la joven hizo que Ingrid se pusiera nerviosa y se apartara de la cama con el cabello a medio trenzar.
-No, me refiero a que... bueno, a que no comparte tiempo con ustedes por mi culpa, y no debe ser así.
-¿Por que no hablas con el? a lo mejor aligera la inquietud que tienes.
-Tal vez, tienes razón. Ante todo soy una dama educada y le debo una disculpa a lord Arlongford.
-Pues entonces ve, escuche que los tres se reunirían en cubierta un rato.
-No.. bueno ya es muy tarde y no es correcto que una dama se vea a estas horas con un caballero, por muy inocente que sea el motivo.
-Ingrid estamos en un barco, a 4 camarotes de el... ¿no crees que es obvio que en cualquier momento te lo puedas encontrar?
Ingrid pareció comprender lo que su joven lady le decía; era verdad, estaban en un barco no muy grande y con muy poca tripulación, igual y si alguien los veía, no dudarían que fue una casualidad.
-Bien entonces iré a buscarlo, espero que aun este en su camarote.- Ingrid se cubrió con una gruesa capa, puesto que ya estaba vestida para dormir y no quiso perder más tiempo, al fin y al cabo solo tardaría un par de minutos.
En cuanto Ingrid salio del camarote, Corinna no pudo mas que cubrir sus carcajadas con la almohada para evitar ser escuchada; tal vez hubiera perdido el encanto para caminar o bailar pero para las travesuras aun seguía siendo muy buena, claro que también debía darle crédito a su futuro cuñado, quien la apoyo en su pequeña diablura.
-Espero que no te molestes querida Ingrid, pero es por tu bien.
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El Temple de la Princesa (2° Saga corazones traicionados) ULTIMOS CAPÍTULOS!!!
Historical FictionAlexandra Aneska Kovács Göröcs había conseguido una nueva familia cuando el conde de Rosenau la rescato de morir de hipotermia cerca de la frontera con Hungría, su país natal. Rápidamente se encariño con las dos jóvenes hijas del conde, que habían q...