El vieja se habia tornado sumamente incomodo, pues 6 guardias fronterizos los acompañaban, solo faltaban un par de días para llegar a Somogy, y la mirada de uno de sus "escoltas" se mantenía muy fijo en el a cada instante. Aun se preguntaba si habia hecho bien el arriesgarse tanto, si esa parada en Viena seria buena idea, ahora no habia marcha atrás, si eso le daba aun que fuera una sola oportunidad de volver a ver a su amada Ingrid, la aprovecharía.
-Sigo sin entender como evadiremos a los guardias "Vizconde"-le dijo ese escolta.
-Tan fácil como que ayudara, pero la verdad prefiero perderles en el pueblo.
- A estas alturas habrá gran vigilancia, ¿sabe lo que le pasara si todo esto es un engaño, verdad?
-Lo se, y ya estoy deseando llenar mis arcas con el oro del imperio.
-Es un sinvergüenza, y un cínico.
-Créame soy un ángel en comparación a esa sabandija de Bosckai, ahora sera mejor que sigamos con nuestros papeles, pues el gorila ese nos esta observando con interés.- señalo Huge al guardia que montaba junto a la ventanilla del carruaje.
-Como usted ordene "mi señor".
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Miklos bebió de un solo trago todo el contenido de la copa de ron que su fiel sirviente Goddor le habia servido, dejo que el calor del alcohol calentara su garganta y templara su genio, por que si de algo estaba seguro es que si no lo lograba, ahora si terminaría matando a esa estúpida de Alexandra. Miro una vez más al anciano que estaba sentado frente su escritorio y la forma en la que apretaba con nerviosismo la agarradera de su maletín; le tenia miedo, el mismo miedo que todos en el pueblo.
-¿Esta seguro?- le pregunto.
-Totalmente excelencia- contesto el doctor.
-¿Se lo dijo a ella?
-No excelencia, aun estaba inconsciente cuando la termine de revisar.
-Bien, Goddor le pagara por sus servicios. Confió en que sea un hombre inteligente y siga dándome un buen servicio- el doctor se tenso por sus palabras.
-Por supuesto excelencia, así sera, le dejare unos remedios para que la princesa se recupere pronto, debe ser bien alimentada y sobre todo hidratada; de lo contrario tardara varios días en recuperarse. Con su permiso.
En cuanto el doctor salio, Miklos lanzo la copa vacía hacia la chimenea, el alcohol no habia mermado su enojo, al contrario, lo habia avivado más. Goddor entro con una nueva botella de coñac y sirvió otra copa a su señor, mientras este se dejaba caer en su silla.
-Dime Goddor, ¿acaso no soy una persona benevolente? ¿no crees que merezco ser feliz?
-Oh mi señor, no se aflija por pequeñeces, a luchado tanto por lograr sus objetivos que esto no significa nada. Su felicidad esta a unos cuantos pasos de ser alcanzada.
-Pero... ¡Maldita sea! ¿como pudo hacerme esto? como pudo manchar su cuerpos con... ¡AWWW!
-Mi señor, ya le dije que no sera un problema ¿acaso le he fallado en cuanto a deshacerme de sus bastardos?
-Pero es diferente... por años a deseado que cargue en su vientre a mis hijos... y ahora, ¡carga a otro bastardo! no puedo arriesgarme a que muera mientras se lo sacan, o por lo menos no después de que Leopoldo este muerto y ella sea mi esposa. Ademas, que hay del padre, bastante tengo con que ese maldito escuincle se me escapara como para preocuparme ahora por un idiota.
-No tiene relevancia, recuerde que la princesa fingía ser una institutriz... ningún hombre tomaría enserio a una mujer sin fortuna y de casi 30 años. Si fuera así ¿no cree que la habria desposado?
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El Temple de la Princesa (2° Saga corazones traicionados) ULTIMOS CAPÍTULOS!!!
Ficción históricaAlexandra Aneska Kovács Göröcs había conseguido una nueva familia cuando el conde de Rosenau la rescato de morir de hipotermia cerca de la frontera con Hungría, su país natal. Rápidamente se encariño con las dos jóvenes hijas del conde, que habían q...