Capitulo 9

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Si hay una palabra para describir la forma en la que se sentía, seria con toda seguridad "SATISFECHA"; estaba tan exhausta, adolorida y maravillada con lo que habia vivido en a medio día. Ahora en la soledad de su habitación e iluminada por la luna, no hacia más que revivir una y otra y otra vez el apasionado encuentro que tuvo con el barón. Por un momento titubeo y se sintió culpable por actuar de ese modo, pero ese hombre.... ¡por dios ese hombre!... era toda masculinidad, toda fibra... toda pasión.

Acariciaba sus labios imaginando los besos que le dio, bajaba por la piel de su mejillas hasta el cuello, pasando por sus pechos y regresando de nuevo a sus labios, reviviendo las caricias que estremecieron su cuerpo; si solo de pensarlo se le erizaba de nuevo la piel. Y es que todo fue tan... diferente, tan nuevo; era verdad que no era ninguna virgen inocente pero, por más que lo pensaba, jamas se habia sentido del modo en que se sintió con el... ni siquiera con su esposo. Orban siempre era tierno con ella, suave y gentil, respetuoso y delicado, en muchas ocaciones la pasión los desbordaba pero...

-Barón de Arlongford, no se lo que me has hecho pero te has convertido en el mejor error de mi vida.- Ingrid se dejo envolver en el sueño que aliviaría las fuerzas gastadas, cerrando los ojos mientras que en otra habitación alguien amenazaba con hacer un hoyo en el suelo.

"DESESPERADO" la palabra perfecta para describir como se sentía en este momento. Y es que como no estarlo si durante meses soñó el tener a esa mujer envuelta entre sus brazos y ahora que lo habia conseguido,no podía desear otra cosa que no fuera "MÁS, MÁS Y MÁS DE ELLA"; poseer la de nuevo, saborearla, verla perder el control bajo sus manos... 

-Con un demonio,  estoy peor que un mocoso - se decía Huge mientras caminaba de un lado a otro- ¿Estará dormida?... ¡claro que lo esta idiota! son las dos de la madrugada.

Frustrado se aventó boca abajo sobre el colchón y bufo de exasperación, sin poder sacar de su mente lo ocurrido a la orilla del rio: sus labios envueltos en una guerra de dominación, sus ojos cargados de deseo, el modo en el que tímidamente comenzó a desabotonar su chaleco y su camisa hasta que sintió el frió de sus dedos recorrer su torso con ellos, mientras que el se deshacía de las capas de tela que cubrían lo que era el más delicioso manjar. Probo la sal de su piel desde el cuello hasta el escote , mordisqueando sus hombros y admirando la hilera de lunares y pecas que adornaban su piel trigueña; prácticamente le arranco las medias  y el corsé.

¡Por todos los santos! era una epifanía que encandilaba su vista, y cuando la tuvo desnuda frente a el, recorrió su abdomen y sus anchas caderas, las cuales estaban enmarcadas por unas pequeñas cicatrices  que no pudo tocar por que ella se lo impidió; tal ves le diera vergüenza tenerlas, pero para el, era perfecta. Ya antes las habia visto en algunas de sus amantes, normalmente las maduras que ya habían sido madres o que estaban un poco pasadas de peso, ¡en fin! la mejor tarde de su vida.

-Lady Briest prepárate por que ahora si ya no te me vas a escapar- Pensaba mientras se giraba hacia el techo- Lady Ingrid Parrish Baronesa de Arlongford... ¡que bien suena!

Y con ese pensamiento se quedo mirando a la nada imaginando el futuro al lado de esa dama....

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En una lujosa habitación, un lujurioso hombre embestía ferozmente a una jovencita que gemía con dolor al ser penetrada por su señor. Miklos sujetaba con fuerza a la sirvienta de las caderas mientras repetía una y otra vez en su mente que era Alexandra la que poseía; que era ella la que gritaba que se detuviera, la que intentaba safarce de su agarre, y entre más se resistía la joven, más duro la embestía.

-¡por favor...me duele... deténgase... se lo suplico!- lloriqueaba la joven.

-¡Eso grita... anda grita más fuerte... suplica maldita ramera!- Miklos acelero el ritmo, estaba próximo a alcanzar el clímax y tiro del cabello de la joven para arquear más su cuerpo.

El Temple de la Princesa (2° Saga corazones traicionados) ULTIMOS CAPÍTULOS!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora