¡Ya lo se, ya lo se! no me odien pero les juro que quería que este capitulo fuera especial, por eso tarde mucho pero aquí se los dejo. Besitos y espero sus comentarios.
El enorme castillo que alguna vez fuera su querido hogar, se alzaba imponente frente a a ella, mientras que aldeanos curiosos observaban a la carabina abrirse paso en el lugar. Miklos la sujetaba con fuerza, mientras que el rose de su cuerpo en la espalda, le asqueaba a la princesa con cada trote del caballo, eso y que el horrible hedor que despedía por tantos días sin asearse ya la tenia mareada. Alexandra supo el instante en que cruzaron la frontera, por que el aire se hizo más espeso y la sombra del pasado se hizo más pesada en sus hombros.
Cruzaron el puente que les permitía llegar al castillo, pues este, estaba rodeado casi en su totalidad de un lago, en el cual, paso muchos veranos en compañía de sus adorados hermanos, nadando y remando en los días de verano. Cuando llegaron a la entrada, una joven moza dejo caer una canasta con frutas y salio corriendo al verla, Alexandra creyó reconocer a la joven criada, pero no le dio importancia.
-Bienvenida de nuevo mi querida Alexandra, ya tu habitación esta preparada, espero que no intentes escapar de nuevo, a no ser, ¿que quieras que que tu lindo hijito pague caro tu error?
-¡No te atrevas a ponerle un dedo encima o te juro que te matare!
-No me hagas reír querida- reía el hombre bajando del caballo- Anda, que te tengo una linda sorpresa.
Alexandra, bajo sin ayuda de la montura y camino con la barbilla en alto, para ocultar el miedo que le recorría, y paso frente a Miklos con el mismo porte regio que le habia caracterizado en su juventud.
Al entrar al castillo, varios de los criados se quedaron completamente mudos al ver a la princesa entrar; la impresión fue enorme para los más antiguos trabajadores que reconocieron a la mujer sin esfuerzo alguno, mientras que los más jóvenes miraron curiosos. Alexandra camino regia rumbo a las escaleras que la llevarían al segundo piso, donde un criado, al que reconoció como el lame botad de Bosckai, la esperaba en la base.
-Bienvenida alteza, ¡que alegría volver a verla! por favor acompáñeme, le hemos preparado un baño y ropas limpias-dijo Goddor.
Alexandra miro al hombre con desprecio y alzo aun mas la barbilla, mientras avanzaba por la escalera seguida de cerca por Miklos. En cuanto entro en su antigua habitación, no pudo evitar soltar un gemido lastimero al ver que todo estaba igual que como el día en que escapo. Las pinturas que su hermana le habia regalado, y que ella misma habia pintado, aun colgaban de las paredes. Su fino tocador, la pequeña sala tapizada de seda rosa, y la enorme cama con cortinas blancas estilo barroco, que su hermano le habia traído desde Italia como regalo de bodas, ¡TODO ESTABA AHÍ!, alzo la vista sobre la chimenea, y el retrato de sus padres le rompió e corazón.
-¡Sabia que te gustaría!, he dejado todo tal cual lo tenias. No hubo un solo día en el que no se preparara tu habitación- Miklos se acerco a ella y olfateo con morbo su nuca, provocandole un escalofrió a la princesa- No sabes cuantas noches me he satisfecho en esa cama imaginándote.
Entonces, Miklos la sujeto por la cintura y la aventó con fuerza a la cama, colocándose sobre ella e impidiéndole moverse, e inclidandoce para lamer su piel desde la clavícula hasta su mentón.
-Aleja tu asqueroso cuerpo de mi- Alexandra intento soltarse sin éxito.- Jamas... óyeme bien, jamas seré tuya y en cuanto mi tío sepa que estoy viva...
-ja ja ja, hay querida, ¿no me creerás tan estúpido como para no pensar en tu querido tío? ¿verdad?
-¡Suéltame! ¡eres una malnacido!
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El Temple de la Princesa (2° Saga corazones traicionados) ULTIMOS CAPÍTULOS!!!
Narrativa StoricaAlexandra Aneska Kovács Göröcs había conseguido una nueva familia cuando el conde de Rosenau la rescato de morir de hipotermia cerca de la frontera con Hungría, su país natal. Rápidamente se encariño con las dos jóvenes hijas del conde, que habían q...