—Buenos días, señorita Espósito —soy recibida, cuando abro la puerta del piso que comparto con Megan, por un hombre bajito.
He estado estas dos semanas dándole vueltas al trato que hice con Peter. Nos hemos cruzado más veces de las que puedo contar en el hotel. Donde quiera que estaba, Peter estaba allí. Siempre cerca de mí. Siempre ante su atenta mirada. Pero no me dirigía la palabra.
Y aunque Adam sospeche algo, estoy satisfecha de que siga trabajando en el hotel.
Pero las palabras de Peter me persiguen. Si te he visto no me acuerdo. Eso es lo que dijo. Eso es lo que va a pasar una vez finalicen estos seis meses. Y no sé si voy a poder soportarlo. Pero tengo que convencerme de una vez por todas de que no es real. Que lo que pase es falso. Y que no va a significar nada.
El hombre espera pacientemente. Debe rondar los sesenta, y lleva un bigote que sorprendentemente es de un color negro oscuro, ya que su pelo corto es de un gris claro—. Déjame que me presente. Soy Mark Smith. Trabajo para el señor Lanzani. Soy su chófer.
—Lali—susurro, un poco incómoda con la situación.
La persona que no he visto es a Megan, y es porqué la estoy evitando. Si aparece, desaparezco. Así de simple. Y aunque me sienta mal, no puedo hablar con ella.
Tampoco estoy haciendo nada malo. Es simplemente un trato, y aunque fuera algo real, no tendría por qué significar algo para ella. Pero Megan estaba demasiado emocionada con la llegada de Peter. Y eso es lo que me echa por atrás. No puedo decirle la verdad, pero tampoco puedo mentirle.
Pongo mi mejor sonrisa en mi cara, y le ofrezco la mano. —Es un placer conocerle, señor Smith —me la estrecha con un movimiento natural. No está ni de cerca tan incómodo como lo estoy yo.
—Oh, por favor llámame Mark, señorita Espósito —su sonrisa es verdadera, y dejo de golpetear con los dedos la puerta.
—Lo mismo le pido —mi sonrisa esta vez no es falsa, y abro la puerta para dejarlo entrar.
—¿En qué necesita ayuda, señorita Lali? —ruedo los ojos, y suelto una risilla.
—Lali está bien, Mark —intento acomodarlo, pero él no cede—. Sólo tengo una maleta, me gustaría irme antes de que venga mi compañera de piso. Aún no sabe que voy con... —me detengo, sin saber cómo llamar a Peter. ¿Novio? ¿Pareja? ¿Prometido? ¿Marido? ¿Sabrá Mark sobre el acuerdo entre Peter y yo? —Bueno, con Peter —me aclaro la garganta, intentando no dejarle ver lo nerviosa que me he puesto.
Asiente, y lo invito a entrar, pero insiste en quedarse a fuera. Lo más rápido que puedo, colecto lo que he estado empaquetando estas pasadas semanas. Pero no hay demasiado. Tengo poca ropa, pocos objetos, y no tengo mucho a lo que personal se refiere.
Suspiro inquieta, no queriendo pensar demasiado en lo que estoy a punto de hacer.
Obviamente, a la mínima que pude lo busqué en internet. De hecho, fue demasiado fácil encontrarlo. Estaba lleno de cosas sobre él. Hace unos años, era uno de los mejores pilotos de coches, pero por alguna razón, que todos desconocen, lo descalificaron y quedó sin poder participar nunca más en ninguna carrera, resultando a ser ahora, uno de los empresarios más famosos del momento. Pero la verdad es que no me extraña. Su cuerpo, la manera en que se mueve, sus gestos, todo él en general. Tiene material de corredor. Pero por supuesto no podía faltar la información de que es y siempre fue un mujeriego. De hecho, hace algunas semanas, se lo fotografió con la famosa modelo americana Isabella Red en su brazo. ¿Pero que me esperaba? Si me ha pagado para que finja estar con él.
Mark se apura al verme con mi maleta una vez salgo de mi cuarto, cargándola él.
El sonido de mi teléfono hace que me detenga, y lo miro con miedo. Mordiéndome el labio, le doy a ignorar, pero inmediatamente vuelve a sonar.
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Mine
RomanceUn trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso.