¡Nuevo capítulo! Y el siguiente sale a la luz algo misterioso... No pueden perdérselo. ¡Disfruten! x
—¿Te gustó la sorpresa? —me pregunta Peter, al otro lado del teléfono.
Estoy tirada en la cama, prácticamente en la misma posición en que me dejó hace una semana. —Si —contesto, somnolienta, mirando a Cleo de reojo. Ella me ofrece una sonrisa sincera, y me hace un gesto con la mano, indicándose que se va pero que en seguida vuelve. —Me pone muy contenta que lo estés intentando —le confieso—. Dejar a tu hermana ser parte de tu vida —aclaro.
Peter deja ir un suspiro, pero no niega mis palabras. —¿Tú como estás? —pregunta, abatido, y puedo detectar un indicio de tristeza en su voz.
—¿Yo? —digo extrañada, sorprendida por su pregunta—. Yo estoy muy bien. Sólo que... te echo muchísimo de menos. Y sólo hace una semana que te fuiste —me río nerviosa ante mi penosa sensación.
—Joder, yo también —su voz rasposa me contesta.
—¿Habéis encontrado algo? —le pregunto temerosa, necesitando saber la respuesta, pero no queriendo escucharla.
—No —es su negativa.
—¿Dónde estáis ahora mismo?
—Turín —me informa—. Vamos a empezar por el norte e ir bajando hasta al sud.
—Siempre he querido ir a Italia —le confieso.
—Cuando vuelva vamos a ir —me promete. Sus promesas siempre empiezan igual: cuando vuelva... Y eso ya empieza a asustarme. ¿Y si no vuelve? Cuando nos conocimos, siempre decía que consideraba las promesas nulas, inexistentes, porque es solo una palabra. Tienen que ser los actos que le den voz a esa promesa.
Por eso me da miedo, y me extraña.
—Peter —digo, aclarándome la garganta, algo insegura—. Vas a volver, ¿verdad? —pregunto, con un temor en mi voz que no he podido evitar.
Peter deja ir una carcajada fría. —Claro, nena. ¿Por qué pensarías que no?
Me muerdo el labio, insegura de si contestar sinceramente a su pregunta. —Porque me estás haciendo muchas promesas últimamente —me decido finalmente por la verdad.
Él se ríe por lo bajo, esta vez agradablemente, y le doy bienvenida al calor de su voz. Y aunque no puedo verlo, sé que le han salido los hoyuelos en su cara hermosa. —Porque se cuánta consideración les tienes tú. Y te lo prometo todo.
Escucho sus palabras, pero hay algo entre líneas que no acabo de detectar. Pero lo dejo estar, porque sé qué, aunque lo empuje a más, no va a resultar a nada. Si él quisiera que supiera algo, ya me lo hubiera dicho. —Cuando vuelva tenemos que casarnos —digo en un susurro en su lugar.
—Entonces por nuestra luna de miel.
—¿Vamos a tener luna de miel? —pregunto, intentando ocultar la felicidad en mi voz, pero fracasando miserablemente. Miro hacia el escritorio, mi planificador con todo lo de la boda ahí. Y es que no he podido parar de organizarlo todo desde que se fue. Quiero que vuelva ya, pero como no sé cuándo eso va a ser, me entretengo planeando.
—Claro, nena. Vamos a tener todo lo que tú quieras.
—Y lo que tú quieras —afirmo.
—También.
Mis dedos empiezan a juguetear contra mi brazo, en un acto nervioso. —Voy a tener que buscarme un trabajo —dejo ir en un hilo de voz, calculando muy bien las palabras que utilizo. Es un tema que me atormenta porque no me gustar vivir de otra persona, y mucho menos que Peter se vea en la obligación de pagármelo todo. Y desde que volví a él hace casi dos meses, no he tenido nada de dinero.
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Mine
RomanceUn trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso.