Capítulo 13

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¡Feliz Navidad!


—¿Pero cuánto tiempo se tarda? —brama Peter a mí lado. Lo fulmino con la mirada para que calle, pero sigue murmurando sin parar—. Si no lo consigues en cinco minutos estás fuera —dice seguro, pero Guy suelta una carcajada ante su amenaza.

A la mínima que Peter tuvo el USB en sus manos, se dirigió prácticamente corriendo hacia las oficinas. Guy, siendo el principal técnico de los Torment se puso directamente manos a la obra, pero obviamente no iba a ser tan fácil. —Te lo dije mil veces, hombre. Está bloqueado, y encriptado. Primero tengo que trabajar en desbloquear la seguridad que tiene, y después desencriptar su contenido. Se necesita tiempo.

—No tenemos tiempo.

—Peter, tranquilo, hay tiempo —digo, intentando calmarlo. Yo más que nadie quiero saber que contiene eso que se han tomado tantas molestias en ocultar, pero también sé que Guy sabe de lo que habla, y que no es tan fácil como esperábamos.

—Tienes un día —le exige Peter.

Guy vuelve a soltar una carcajada mientras niega con la cabeza, pero no comenta nada más.

La mano de Peter agarra la mía, y nos saca de la habitación. En un instante su boca está sobre la mía. La sorpresa de su beso me deja perpleja, pero no tardo ni dos segundos en responder.

Muevo mi boca al compás de la suya, atrayéndolo hacia mí. Sintiéndolo a todo él.

—¿Estás lista? —me pregunta él. Mi cerebro no registra sus palabras, y asiento mientras voy a por su boca nuevamente—. Vamos, entonces.

Me da un último beso, y vuelve a agarrarme la mano. Sus pasos son grandes y apresurados, y hacen que no pueda seguirle el ritmo. —¡Espera! —grito, sin aire. El embarazo cambia por completos mis energías—. ¿Dónde vamos? —le pregunto, una vez caigo en la realización de sus palabras.

—A nuestra cita —dice engreído, y se gira para lanzarme una media sonrisa.

—¿Ahora? —pregunto, incapaz de contener mi sorpresa.

Asiente, y se para de repente. Y me doy cuenta que mis pies se han quedado pegados al suelo.

—¿Ahora mismo? —vuelvo a preguntar. Miro hacia abajo a mi atuendo—. ¿Elegiste este vestido pensando en nuestra cita?

Peter me sonríe. Una sonrisa llena en su cara, y no puedo evitar sonreír yo también. —Eres increíble —me río, y sus brazos salen para rodearme la cintura.

—Tú también —susurra intensamente, su voz grave contra mi cuello, e inhalo profundamente ante el escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Levanta la cabeza para mirarme profundamente a los ojos. Esos ojos verdes que siempre me cautivan, y soy incapaz de apartar la mirada.

Lo miro, yo también, con intensidad, pensando en cómo casi lo perdí. Dios. No podría soportarlo.

Pongo mis manos en sus brazos, y suelto un suspiro de alivio. La presión en mi pecho vaciándose, y sintiendo que puedo respirar tranquilamente al tenerlo junto a mí.

Peter me suelta para juntar nuestras manos, y baja su cabeza para dejar un beso en mis labios. Une su boca con la mía en un beso apasionado. Desesperado. Cariñoso.

—¿Lista? —pregunta al separarse. Asiento, realmente emocionada, y me guía hasta su coche todo negro, incluyendo vidrios y el interior. Es absolutamente todo negro. Nunca había visto antes este coche.

Me detengo frente a el, y miro a Peter. —¿No es ilegal? —le pregunto, refiriéndome al tinte de las ventanas, y él se encoge de hombros lanzándome una sonrisa de lado. Niego la cabeza, mientras me río. Es incorregible.

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