Capítulo 12

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Muchísimas gracias por todos los comentarios, y todos los votos, hicieron mi día, realmente. Aquí lo prometido, espero que les guste, ¡disfruten!

—Por favor, despierta —oigo una voz a lo lejos, y aunque me esfuerce en intentar abrir los ojos, mis párpados son demasiado pesados—. Por favor, nena —me aferro a su voz, e intento hacer lo que me pide, pero de nada sirve—. ¡Joder! —me encojo ante su grito furioso—. ¿Por qué no se despierta? —le escucho suplicar. Quiero decirle que estoy despierta, que lo estoy oyendo, pero tampoco puedo pronunciar palabra. Nada sale de mi boca. Y me doy cuenta que nuevamente vuelvo a ser inmóvil.

Entro en pánico, sin poder moverme, y de nada sirve que grite interiormente, ya que, al exterior, nadie se percata de mi continua pelea interna.

—Está bien —otra voz de un hombre dice.

—No, no lo está —siento sus manos acariciar mi brazo con delicadeza, y sonrío para mis adentros. Siento su tacto—. De lo contrario estaría despierta —gruñe esa voz a la que me aferro como si mi vida dependiera de ello, y quizás lo haga. Necesito oírlo más. Es lo único que me da fuerzas.

—Eso fue porque le dimos un calmante —intenta explicarle el otro hombre.

—¿Y por qué mierda le das nada? —brama Peter.

—Porque perdió mucha sangre, Lanzani. Ya te lo expliqué.

Siento una mano acariciar mi cara, y sonrío ante la sensación que me produce. Voy en busca de más, pero su mano desaparece de repente.

Pero creo que he logrado mi objetivo cuando lo siento tomar aire profundamente. —¿Lali? —su voz me atrae hacia él.

Siento el hormigueo recorriendo todo mi cuerpo. Y levanto los párpados de manera sencilla. Lo primero que pienso cuando abro los ojos es cerrarlos nuevamente. Me duele demasiado mantenerlos abiertos.

—¿Lali? —pregunta su voz nuevamente. Su mano encuentra la mía, y la entrelaza en la suya.

Hago el esfuerzo de abrir los ojos, aunque me duela horrores, para ver a un Peter abatido a mi lado. Pero no tengo mucho tiempo para admirarlo, porque vuelvo a cerrar los ojos con fuerza. No queriendo abrirlos nunca más. El dolor en ello es insoportable.

—Lali, nena, abre los ojos, por favor —me pide él. Levanta mi brazo, y le da un beso a mi mano para volver a dejarlo caer encima de la cama, su mano siguiendo junto a la mía.

—No... No puedo —tartamudeo, con la voz ronca, también costándome algo hablar, pero no resultándome tan doloroso como la luz.

—Por favor, abre los ojos, cariño —me ruega—. Necesito ver tus ojos. Saber que es real. Por favor —me pide en una súplica, y no puedo rechazar su petición.

Intento abrirlos, pero no sirve de mucho. —Me duele —le digo, al borde del llanto.

—Lo sé, nena, pero tienes que hacer un pequeño esfuerzo.

Asiento, y muy lentamente los abro. Se ponen llorosos al instante, pero continúo luchando contra ello. Veo un poco borroso, y tardo unos segundos en enfocar correctamente mi visión. —¿Peter? —pregunto en un susurro. Peter asiente y baja su cabeza para dejar un beso en mi frente—. ¿Qué pasó?

—Está todo bien —intenta calmarme, pero sus palabras producen el efecto contrario y me alarman más de lo que ya estoy.

—Peter... —estoy por replicarle, pero no me da tiempo.

—No pienses en eso ahora —se apresura en decir.

—¿Dónde estoy?

—Necesitamos salir de aquí lo antes posible, ¿crees que podré moverte sin hacerte daño? —susurra, sin dejar de acariciarme.

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