¡Hola! Perdón, super desaparecida estuve, pero aquí estoy, así que hoy capítulo y hoy se descubre una verdad sobre Lali, así que atentos... ¡Disfruten! Va y si este capítulo llega a los veintiún comentarios (todo 21 aquí haha), subo el siguiente imediatamente.
No puedo aguantar las lágrimas por más tiempo, y caen una tras otra. El dolor en mi pecho apretándose cada vez más, hasta que me resulta muy difícil respirar. —Lali, ¿qué pasa? —suelta mi mano para limpiar la humedad de mi cara, y me deja un beso tierno en la mejilla—. Mírame —obedeciendo, alzo la vista para mirarlo.
—No quiero darte asco —le susurro—. No quiero que me mires diferente a como lo haces ahora.
—Eso no va a pasar. Nunca podría mirarte diferente —besa la cima de mi cabeza, mientras me rodea con sus fuertes brazos. La conversación vivida antes, pero con cambio de roles, y me pregunto que será eso que lo atormenta tanto a él que pueda pensar eso, algo que no tiene absolutamente nada que ver con lo que me pasa a mí—. Nunca podrías repugnarme. Dime que ha pasado, ellos... Ellos no, ¿no?
—¿Qué?
Abre y cierra los puños un par de veces, intentando controlarse. —¿Te tocaron?
Niego con la cabeza. —No es eso, cariño —le doy un beso en la barbilla, mientras con mis dedos trazo el contorno de su mandíbula—. No me hicieron nada, estoy bien —susurro—. Por ahora.
Lo siento tensarse. —¿Cómo por ahora?
Respiro profundamente antes de continuar. —No lo veo como mi padre —empiezo, armándome de valor—. Pero mi padre biológico es uno de los jefes más poderosos en su ámbito —intento explicarle.
—¿Qué ámbito? —pregunta él.
—Me creó con un único objetivo, que cuando cumpliera los veintiún años me vería involucrada en su profesión. En su mundo. Para ser... —me encojo ante el pensamiento que se me viene a la cabeza si mi padre hubiera logrado su propósito—. Alguien de compañía —termino susurrando. Es lo único que me puede salir sin atragantarme, pero creo que ya se ha dado una idea de lo que me refería—. Mi madre y él desaparecieron así de la nada cuando tenía trece años, pero no está muerto. Sé que él está vivo, y no solamente porque era él el que intentó secuestrarme hoy, sino porque sé que es él quién me manda los mensajes. Pero, eso no es todo. No es que solamente me quiera a mí para ser eso, sino que al desaparecer él, todos los que están involucrados en lo mismo que él, saben que tenía una hija, saben quién soy yo, y todos sus socios, o quien mierda sean, me vienen a mí, sólo por ser su hija, por ser la "heredera" de su negocio. Yo que no tengo nada que ver, pero que de una forma u otra todo resultó ser mi culpa. Todos los errores de él, cayeron en mis manos, y se las compaginó para hacerles creer a todos que yo era la culpable de todo. Que yo era la que lo manejaba todo. ¡Con trece malditos años! —exclamo, en lágrimas—. Así que me escapé. A la mínima que pude hui —me atraganto con mi propia saliva, pero no quiero detenerme, necesito soltarlo todo—. Al principio decidí irme a un lugar pequeñito, muy de bajo nivel, nadie pensaría buscarme ahí, pero estaba muy equivocada. Los lugares más vacíos, y más pequeños son los peores, así que cuando conocí a Megan y me enteré de que se iba a Londres, era mi oportunidad. Un lugar enorme, en el cual vas al mismo lugar cada día y siguen sin reconocerte. Mantener un perfil bajo. Pasar por desapercibida, eso es lo que necesitaba. Eso era lo que había logrado, hasta hace unas semanas, cuando me ubicaron en Kent —respiro pesadamente.
Peter me mira apenado. Triste. Con lástima. Justo lo que no quería. Así que aparto mi mirada de la suya, y me dispongo a caminar, entrando en el barco nuevamente. —Lali —Peter corre detrás de mí, y me detengo—. Lali, nena, Dios —sus manos agarran mi cara, y me da un beso. Corto, pero intenso—. Eso no te define, ¿me oyes? Me importa una mierda tu pasado, o quienes te parieron. Lo único que me importa eres tú.
—No puedo hacer esto, Peter —sollozo—. Puede venir a por ti. No puedo perderte.
Prefiero que esté a salvo, vivo, y sin mí, a que esté conmigo y termine perdiendo su vida.
—No va a pasar eso —me asegura él. Pero no tiene idea.
—No lo entiendes. Si quiere te mata, Peter —mis lagrimas me dificultan la visión de él, pero no por eso dejo de intentar luchar contra ellas—. No quiero que te pase nada. No podría soportar esta vida sin ti.
—Vamos a lucharlo, nena —me afirma, intentando sonar seguro—. Juntos.
—¿Juntos? —sonrío apenada, aún con los ojos llorosos—. No quiero tu lástima.
—¿Lástima? —se ríe pesadamente—. No, Lali, no es lástima. Es algo mucho más que eso. Algo que ni siquiera se qué es. Algo que nunca había sentido antes. Algo que sólo siento cuando estoy contigo —me deja un beso corto otra vez—. Dime que tu también sientes lo mismo.
Me levanto de puntillas, y acerco mi boca a la suya, uniéndonos en un beso frenético, desesperado. Mi mayor miedo, reconocer ante alguien quién soy, desapareciendo en un santiamén. Gracias a él. Por él.
Me levanta como si no pesara nada, y rodea mis piernas alrededor de él. Su mano se envuelve en mi pelo, y me abro para él. Su boca pide, demanda, y lo dejo hacer. La presión en mi pelo enviando un escalofrío por todo mi ser. Me empotra contra una de las paredes del lugar. Sus besos me dejan completamente aturdida.
Nos separamos unos segundos, mientras nos miramos profundamente, respirando entrecortadamente. Busco algo en sus ojos, y él hace lo mismo. Me siento protegida.
Una de sus manos desaparece por debajo de mi camiseta, encontrándose con mi sostén. Como puede lo hecha a un lado, y posiciona su mano encima de mi pecho. Su pulgar jugueteando con mi pezón. Me arqueo ante la sensación, rompiendo el contacto visual, y su boca vuelve a estar en la mía.
La música proveniente de su bolsilla nos distrae un par de segundos, pero su boca vuelve a estar en la mía en seguida. Vuelve a sonar, varias veces, hasta que no puedo ignorarlo por más tiempo.
—Peter, tu móvil —hablo contra su boca—. Está sonando. Podría ser importante.
—Tú eres importante —gruñe, contra mi boca, mientras siento su miembro palpable escondido en sus pantalones.
Sonrío, y su boca baja a jugar con mi cuello. Lo arqueo para facilitarle el trabajo, pero la melodía vuelve a sonar. —Peter, atiende.
Refunfuña mientras contesta. —¿Qué? —sonrío por su manera particular de contestar el teléfono, y le beso yo el cuello ahora, tomándome mi tiempo saboreándolo.
—Sí, vale. Mierda —maldice entre dientes—. ¿Dónde? —asiente un par de veces, y miro la marca que le he dejado en su piel—. ¿Ahora? —es su última palabra antes de colgar y tirar el móvil lejos, perdido entre el suelo de madera.
—¿Qué pasa? —pregunto, porqué sé que quien fuera del otro lado, era importante.
—Tenemos que irnos —bufa, mientras me coloca el sostén bien nuevamente, y sube el cierre de su chaqueta hasta quedar tapada totalmente yo.
Asiento. —Lali, necesito que confíes en mí, ¿de acuerdo? Vas a tener que contarme todo.
—¿Todo? —pregunto, mientras me bajo de él—. ¿Todo de qué?
—Sobre David Espósito.
ESTÁS LEYENDO
Mine
RomanceUn trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso.