—¿Cuál es tu plan, Megan? —le digo, toqueteando mis dedos contra la puerta del coche sin parar. Ella no dice nada, ni siquiera se gira en mi dirección—. ¿Quién eres, Katherine? —digo, usando su otro nombre, sabiendo que eso va a atraer su atención. Y su reacción es la que esperaba, su mirada agresiva.
—¿Podemos usarla a ella? —pregunta Kevin, entusiasmado. Se lama los labios mientras me mira de arriba abajo, su mano se sitúa en mi rodilla, e intento alejarme de él, algo que me resulta casi imposible teniendo en cuenta que estoy contra la puerta. Una vez logro apartarla, él se ríe plenamente.
—Ella no —es la respuesta de Megan—. El Jefe tiene otros planes para ella.
—¿Sólo una probada? —pregunta Kevin, entusiasmado con la idea. Se le iluminan los ojos, y sea lo que sea que esté pensando, no es nada bueno para mí.
—He dicho que no. Aunque pensándolo bien, Peter no tendría el tiempo suficiente para evitarlo. Si la traemos con el Jefe estoy segura que va a llegar a tiempo ahí —Megan me lanza una sonrisa llena.
Oh, no. Tiemblo de los pies a la cabeza, sabiendo que no voy a ser capaz de lucharlos sola. Estaba tranquila hasta ahora, esperando a que Peter viniera al rescate, pero cada minuto que pasa, voy perdiendo más esa esperanza.
—Obviamente eso es lo que quiere el Jefe, así que no —niega Megan—. Tenemos que hacer como se nos ordene. No hay tiempo. Tenemos que traerla cuanto antes mejor, y ahí mataremos a dos pájaros de un tiro.
Kevin la mira dudoso, pero, por suerte mía, no lo empuja más allá. Suelto un suspiro de alivio. —Hola —Megan dice a alguien al otro lado del teléfono—. Adam —me sonríe plenamente otra vez—. Ya la tenemos —el color se va de mi cuerpo ante sus palabras—. Fue más fácil de lo que pensamos en realidad, tenías razón... —me mira fijamente—. Adam —vuelve a decir, por si acaso me había perdido la mención de su nombre la primera vez.
No es difícil saber de qué están hablando, pero, ¿por qué está hablando con él? ¿De mí? ¿De esta situación? ¿Quién es Adam en realidad? Esas y mil preguntas más empiezan a formarse en mi cabeza.
Cuelga la llamada exageradamente, y segundos después el coche se detiene. Megan me agarra del pelo y me saca del vehículo a la fuerza. No grito por el dolor. Intento pelearme con ella, para separarme de su agarre, pero cuando veo a la multitud de gente a nuestro alrededor me detengo en seco.
Van todos vestidos de negro, y parecen sacados de una película mafiosa. El murmuro de la gente se va apagando a medida que voy caminando por el lugar. Megan se dirige hacia el centro del salón, arrastrándome con ella. Justo en el medio, está el hombre que me ha estado persiguiendo toda mi vida.
El envejecimiento a David Espósito no le ha sentado bien. Su cuerpo es delgado, su cara parece sin vida, su mirada vacía, su expresión repulsiva, y a cada respiro que da, parece que vaya a ser el último, y dentro de mí, deseo que así sea.
—¡Vosotros! —ruge, cuando me tiene delante. No me atrevo a mover ni un pelo, el miedo es lo único que me mantiene de pie—. ¡Esta es nuestra gran posesión! —grita, y todos los presentes ahí, que rondarán unos cien, estallan en gritos. Apoyando a este hombre sin corazón.
—Princesa, querida mía —sonríe, mostrando sus dientes, y el de oro destaca entre todos. Acerca su mano a mi cara, y me acaricia la mejilla. Me siento sucia ante su tacto. No queriendo soportar esto por más tiempo, decido luchar, aunque sea lo último que haga. Mis opciones están limitadas, ya que estoy sujeta por los dos hombres anteriores.
Le escupo en la cara a David. —Me das asco —le digo entre dientes.
Él se ríe una vez, y después levanta su mano para darme un bofetón. La cara me escuece, pero no me encojo. No quiero dejarle ver cuán asustada realmente estoy. —Vas a aprender quién manda aquí, zorra.
ESTÁS LEYENDO
Mine
RomanceUn trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso.