Soy demasiado impulsiva. Y es un hecho.
Pero lo vi salir, y tuve que seguirlo.
Tengo la suerte de que a donde sea que se esté dirigiendo, lo haga a pie, de lo contrario no habría tenido ni la posibilidad de llegar tan lejos.
Estamos en medio de un bosque, y si no fuera por qué sé qué no estoy sola, ya que no pierdo a Peter de vista, estaría muy asustada. He visto algún que otro caballo a lo lejos, y gracias a Dios que se han quedado donde estaban, y no se han acercado.
Las hojas crujen debajo de mis pies, pero Peter no se da cuenta de ello, o decide no darle importancia, ya que camina rápidamente hacia su destino.
El viento frío sopla en mi cara, y siento mis mejillas congeladas, ya que es la única parte de mi cuerpo que no está completamente tapada. Pero tampoco es que mi ropa ayude mucho. No estoy vestida adecuadamente para salir una noche de noviembre en Cornualles, a pleno invierno.
Travesamos todo el bosque de minas, otra cosa que he decidido ignorar, porque sé que, si empiezo a darle vueltas, no voy a poder avanzar, y me voy quedar parada en medio de un enorme bosque.
Cornualles es principalmente conocido por los mineros de hace, al menos, cien años, y después de abandonar el lugar, también abandonaron las minas que cavaron, provocando así que, a lo largo de los años, esos gigantes y profundos agujeros, se taparan ligeramente, ya sea con hojas, arena, o árboles. Y sin saberlo, un día, después de que hayan pasado millones de pies por encima, se abre de golpe, absorbiendo todo lo que esté alrededor. Las que ya se han descubierto están tapadas de forma segura, y normalmente, con un cartel que indica su posición. Pero el problema está en las minas que nadie sabe de su existencia, esas son los peores.
Suelto el aire que he estado conteniendo cuando veo que se acerca la carretera, dejando así, atrás, el bosque lleno de minas.
Peter gira a la derecha, para poder caminar sobre esa carretera larga relajadamente. Pero yo no sé qué hacer.
Si no lo sigo ahora, y espero a que deje la carretera, lo más probable es que lo pierda de vista, pero si lo sigo, y se gira, va a darse cuenta de que lo he perseguido.
El plan ha sido estúpido desde el primer momento en que se me ocurrió seguirlo, y prefiero a que me vea, que a quedarme aquí colgada toda la noche. ¡Si ni siquiera he traído el móvil conmigo!
Fue un acto demasiado espontáneo, y me maldigo por mi impulsividad.
Por suerte, gira en una calle de tierra poco después, y salgo corriendo detrás de él. Y una vez doy, yo también, contra la calle, no se me pasan desapercibidas las luces resplandecientes del final de ella.
Me apresuro, rápidamente.
Peter salta la pequeña valla de madera, y cuando yo llego a ella, hago lo mismo.
Me quedo asombrada por lo que tengo delante de mí. A él, ya lo he perdido de vista.
Es una pista gigante, de tierra también.
Una pista de carreras.
Observo a los coches yendo rápidamente por la pista. El olor a goma quemada de las ruedas, de la rapidez en la que conducen.
El ambiente es muy ruidoso. Las luces son demasiado altas, y solamente enfocan la pista. Lo demás está en oscuridad. Pero eso no significa que no vea como la pista está rodeada de centenares de personas, que miran la carrera desesperados. Con mucha emoción. Gritando como locos. Algunos incluso llorando, y otros peleándose.
Me adentro entre la multitud, intentando buscar a Peter, pero no lo encuentro en ningún lado. Ya la he dado, al menos, veinte vueltas a la pista, pero me resulta imposible ubicarlo.
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Mine
RomanceUn trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso.