Capítulo 27

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Lo primero que veo al abrir los ojos, son otro par mirándome curiosamente. No disimula, y hace de cuenta que no me estaba mirando dormir, si no que me observa más intensamente aún. Me sonríe mientras me da un beso. Consumiéndome con su boca. —Hmmm —sonrío, feliz—. Buen día.

—Buen día —canturrea él. Se gira para agarrar algo de la mesita de noche, y se me hace la boca agua cuando veo la bandeja llena de comida—. Te traje el desayuno —dice, tímidamente, y me siento recto contra la cabecera de la cama.

Sonrío por su gesto tan cariñoso. —Gracias —le digo, sin dejar de sonreír.

Peter se entretiene besando mi cuello mientras lo único que puedo hacer yo es mirarlo. Con ternura. Con todo el amor que siento por él.

—Come, Lali —gruñe contra mi cuello, su cabeza escondida ahí.

Asiento mientras empiezo a darle mordisquitos a la comida, y pequeños sorbos al café.

Le ofrezco un trozo de cruasán a Peter, pero él niega con la cabeza, así que cojo un trozo de fruta, pero vuelve a negar. —¿No quieres nada? —le pregunto, mientras como un pedazo de plátano.

—No —niega. Me encojo de hombros, mientras termino de comerlo—. Bueno, eso es mentira, déjame rehacer esa frase. No quiero nada de esa bandeja, quiero lo que está debajo de ella —sonríe juguetón.

Suelto una risilla, mientras dejo la bandeja en la mesa, y me subo a ahorcajadas encima de él. Bajo la cabeza para besar a Peter, mientras mi pelvis empieza a moverse.

—¿Te duele? —pregunta Peter, mientras pone sus manos en mis caderas y detiene mis movimientos—. Pensé que después de la acción de anoche no podrías ni caminar.

—Que no lo haya hecho no significa que no pueda —respondo, mientras intento volver a moverme, pero sigue reteniéndome. Bufo en protesta.

—Lali... —dice él.

—Bueno, me siento un poco estirada —confieso en un murmuro—. Pero puedo... —empiezo a decir, pero él sonríe satisfecho así que me callo de golpe.

Peter se ríe juguetonamente. —Te estás riendo —me cruzo de brazos.

—Eres más tierna —sonríe contra mi boca, mientras empieza a besarme con ternura. Abro la boca para darle mejor acceso, y toma sin protestar.

Pienso en lo triste que estaba ayer creyendo que podría vivir sin este hombre increíble, que me hace perder la cabeza. Y después pienso en Adam. Nunca volví a su casa anoche, y no le dejé saber que estaría con Peter. No se me cruzó por la cabeza en ningún momento de ayer. —Adam —digo, separándome de Peter.

Peter frunce el ceño. —¿Adam? —pregunta enfadado—. ¿Qué coño haces pensando en Adam mientras te estoy besando y estás desnuda encima de mí? —gruñe.

—Peter, ayer no le dije nada a Adam, he estado viviendo con él, lo sabes. Tengo que dejarle saber que estoy bien —murmuro—. Necesito tu móvil.

—También tenemos que hablar sobre que coño hace tu móvil en la casa de unos tíos en Newquay —gruñe Peter—. Vístete primero —me pide.

Lo miro confusa. —¿Qué?

—No me gusta que hables con él estando desnuda.

Me río, mientras ruedo los ojos. —Peter, no me va a ver —digo, mientras suelto otra risilla. Sus manos se ponen en mis pechos y me los amasa a su antojo. Los pezones se me ponen duros al instante—. Peter, en serio, necesito... ¡Ah! —gimo, cuando se mete un pezón en la boca—. Le mando un mensaje, espera —me entrega su teléfono mientras se entretiene con mis pechos. Le mando un mensaje rápido a Adam, dejándole saber que estoy bien y que estoy con Peter, y dejo caer el teléfono en la cama.

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