Capítulo 15

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Sus palabras me persiguen.

"Quiero todo de ti".

Estamos montados en una de sus motocicletas, que no sabía siquiera que tenía, sin tener idea de a dónde nos dirigimos. Pero tampoco me sorprende, nunca se sabe dónde voy a ir a parar con él. Mis brazos rodean fuertemente su cintura, mientras el aire en la noche es palpable en el ambiente. Me escondo del viento detrás de él, protegiéndome.

"Quiero todo de ti".

Lo miro a él, y aunque no logre ver su cara, me transmite un poco de paz. ¿Cómo es posible que lo que más adrenalina te produce es lo que más paz te da? La paz interior, exterior, la libertad. ¿Es uno realmente libre? ¿O siempre está atado por algo que quizás para todos es invisible, pero sigue ahí, agarrándose bien fuerte sin querer dejar ir?

A veces pienso que lo que realmente nos produce esa sensación de libertad es eso que hacemos que no deberíamos, pero, ¿por qué no deberíamos? ¿Quién dijo lo que debemos o no hacer? Puede empezar de algo tan simple y llegar hasta tan lejos, que es un punto de no retorno.

Veo el paisaje pasar a la velocidad de la luz, hasta que Peter detiene la moto, y se baja tranquilamente. Sus largas piernas se extienden cuando pisa el suelo, y se quita el casco. Sus movimientos precisos y calculados. Me ofrece su mano y me bajo cuidadosamente, mis movimientos indecisos al lado de los suyos, y quitándome el casco, miro alrededor. Estamos a las afueras de Londres. El río Támesis calmado a nuestro lado.

Sin dejar mi mano, Peter nos guía hacia abajo, en el río, y se monta en uno de los barcos estacionados del lugar. Es de un tamaño normal, ni muy grande, ni muy pequeño. Está decorado con su madera original, aunque hay algunas líneas y estampados de color verde oscuro. Nada lujoso, como hubiera imaginado Peter tener, aunque nunca había pensado que podría tener un barco.

—¿Peter? —susurro detrás de él, cuando deja de caminar de repente, en medio del salón.

Peter pausa durante unos segundos, y lo veo balbucear, inseguro de algo.

—Ven aquí —dice él tirándome del brazo, una vez ha salido de su trance, sea lo que sea que estuviera pensando. Pero no me muevo—. Lo que dijiste antes —traga nervioso—. Sobre que no podías hacer esto, sobre que te ibas a ir... —sus brazos rodean mi cintura, y miro hacia arriba, donde esos ojos verdes son más intensos que nunca hoy—. Dime que no es verdad. Dime que no pensabas dejarme.

Aparto la mirada, sintiéndome culpable de repente. Pero no me deja mucho tiempo para pensar en ello ya que empieza a morder el lóbulo de mi oreja, haciéndome sentir todo tipo de cosas explotando dentro de mí. Mueve su boca a mi cuello, y paso mis manos por su pelo, alborotándolo todo en el proceso.

Gimo. Y él toma eso como una invitación. —Lo dije en serio, Peter —me sincero. Necesito hacerlo. Necesito que él sepa lo que siento, o al menos una parte de ella—. Tienes que empezar a confiar en mí, o...

—¿O qué? —me besa el cuello, tomándose su tiempo hasta que deja una marca—. Mucho mejor —sonríe, satisfecho con su trabajo.

—O me voy a ir —dejo ir en susurro, mientras suspiro. Puedo sentir como las lágrimas empiezan a formarse en mis ojos, y pestañeo rápidamente un par de veces para deshacerme de ellas.

Frunce el ceño ante mi amenaza, y me rodea aún más contra él, abrazándome fuertemente. —No te vas a ir a ningún lado —declara seguro.

—No puedo seguir haciendo esto, Peter. Necesito saber la verdad —él me mira curioso, dolido incluso, pero no me detengo—. Prométemelo. Prométeme al menos que lo vas a intentar.

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