Percy Jackson | Hipotermia

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Canción-OST: "Mapas de Zonas Desiertas" de Wild Honey.

Tiempo estándar de lectura: 00:06:01

Palabras: 1261.

Fecha de publicación original: Noviembre de 2017.


*******


—¡Jackson!
       Fue lo primero que dijiste al despertar. Estabas acostado y eras el único que estaba ahí. Sentías un dolor de cuerpo intenso y no podías moverte como quisieras. Algo extraño había ocurrido e intentabas hacer memoria de ello.
       —¿(t/n)? —Alguien preguntó.
       La voz te era irreconocible. Volteaste hacia una ventana y empezabas a hacer cuenta que no te era raro que no hubiera nadie. Era la plena tarde y, a diferencia tuya, el resto de los semidioses estarían haciendo sus actividades diarias.
       —¿Quién es?
       Nadie respondió.
       —¡Lárguense! ¡Esto no es gracioso!
       Volviste a recostarte para intentar recobrar el sentido y sentirte mejor. La cabeza te dolía y sentías que estabas a punto de vomitar. Era obvio, un resfriado. Y uno muy grave. Y él único culpable era nada más y nada menos que...
       —¿(t/n)? ¿Ya estás despierto?
       Alguien preguntó detrás de la puerta. Ahora la voz si se te hacía familiar y te sonrojaste.
       —¿Te encuentras bien?
       —No lo estoy, genio... Estoy enfermo —exclamaste.
       La puerta de la cabaña comenzaba a abrirse y tú no querías que nadie te viera. Con la puerta abierta también entró la luz del día, lo cual incrementó tu dolor de cabeza e hizo que entrecerraras los ojos por unos segundos. Usaste la frazada de tu cama para cubrirte todo ante la incipiente migraña que comenzaba a circular por toda tu cabeza.
       —Hey, (t/n). ¿Estás bien?
       La misma voz preguntó y te descubriste, con mucha dificultad, hasta que te dejaste ver ante quien había entrado.
       —¿Percy? —Murmuraste y, en cuanto sentiste como tu cuerpo entraba de nuevo a la fase defensiva de la enfermedad, de inmediato bajaste la cabeza para evitar toser en la cara del hijo de Poseidón.
       Te tallaste los ojos con ambas manos e intentaste reincorporarte, de nuevo, hacia él. Por fin pudiste notar sus bellos ojos verdes, su piel cálida, su cabello oscuro y su típica pero encantadora sonrisa tranquila.
       —Sí...
       —¡Me siento mal!
       —Me imagino —Percy se sentó a lado tuyo y comenzó a pasar su mano sobre tu pelo (t/c).
       —¿Dónde están todos? —Intentaste decir mientras tosías, con el codo protegiendo tu boca para evitar contagiarlo—. Supongo que me han dejado en cuarentena.
       —Algo así —contestó, justo cuando alejó su mano de tu cabello—. Además de que todos están "haciendo lo suyo".
       —Ya veo. Yo aquí, muriéndome, y todos allá afuera siendo...
       —¿Qué?
       —Siendo... ¿Productivos?
       Percy te miró con cara de confusión ante lo que habías dicho. No sentías que hubiera más palabras para decir.
       —No sé... ¡Me siento inútil!
       —¿Necesitas algo?
       —No es que quiera que te vayas pero... ¿No deberías estar haciendo lo tuyo?
       —Me dieron permiso para cuidarte, después de todo lo que ocurrió. ¿Necesitas algo?
       Intentabas hacer memoria pero el resfriado (o unos leves inicios de influenza, sabrá el Olimpo que sería y que no te exentaba de las enfermedades de los mortales) no te lo permitía. El dolor de cabeza nada más no se iba; y el hecho de estar enfermo, más con el hecho de tener a Percy como cuidador, te hacía sentir impotente.
       —Un vaso con agua. Siento seca la garganta... Por favor.
       —Claro, te la traeré, para que te sientas mejor...
       Percy se levantó de la cama, observándote con una risa leve pero maliciosa a la vez. Te sonrojaste, y sentiste de nuevo la garganta seca. No esperabas a que, en verdad, se alejara tanto por un vaso de agua. Pensaste que había venido preparado.
       —¡Oye! —Te levantaste a cuerpo medio y continuaste gritando con el puño alzado—. ¡No me dejes solo! ¡Desgraciado!
       —Sí, yo también te amo.
       Apenas escuchaste eso, sentiste como el color rojo abandonaba tu cuerpo y te asustaste. Tu piel (c/p) se tornó "pálida" a causa de la sorpresa y volviste a recostarte. Pensabas, "Lo que escuché, ¿No fue efecto de la hipotermia?".
       Escuchaste los pasos de Percy al volver e intentaste reincorporarte ante él, como si nada hubiera pasado. Te brindó el vaso y le respondiste con un «Gracias». Después comenzaste a beber el incoloro e insípido líquido.
       Puso su mano sobre tu hombro y te sentiste aún más incómodo.
       —No creo que debas estar aquí, te contagiaré —dijiste apenas terminaste de beber—. No quiero que te enfermes, de verdad.
       Bajaste la mirada hacia tu cuerpo recostado y con las manos juntas. Luego comenzaste a jugar con el vaso, que era transparente con un leve brillo azul. Probablemente Percy lo había elegido a propósito.
       —Nah, no te preocupes. Es muy difícil que me enferme, a menos que sea muy directo.
       —¿Directo? ¿A qué te refieres?
       Percy tomó el vaso de tus manos para ponerlo en el suelo, y con las suyas te arrinconó. Percy sujetó tu rostro con una mano y comenzó a besarte. En efecto, tenías frente a ti al famoso hijo de Poseidón, el héroe del Olimpo, tú mejor amigo en todo este extraño lugar, uniendo sus labios cono los tuyos. El mismísimo Percy Jackson te estaba besando, y todos tus sueños se hacían realidad.
       —Sí, me enfermaré —contesta animado al terminar.
       —¡¿Qué demonios hiciste?!
       —¿Acaso no recuerdas nada, querido (t/n)?
       —La verdad, no.
       Percy comenzó a contarte todo. Tan cerca de ti, en confianza, con sus caderas juntas. Era viernes y era la hora de algo clásico, "Captura la bandera". Y como era de esperarse, estabas del lado de Percy al igual que el resto de tu cabaña. En el momento más decisivo, justo cuando él usó su control sobre el agua para vencer al otro equipo, ibas corriendo y fuiste uno de los mojados. Ellos terminaron en una pieza, pero tú caíste rendido ante la presión del agua.
       El equipo ganó, y tú ganaste una hipotermia. El agua no había tenido nada que ver, el virus ya lo traías dentro, solo fue la detonante. Percy te agarró entre sus brazos, aun mojado hasta los pies, y te llevó hacia la improvisada enfermería donde comenzaste a delirar y le dijiste que lo amabas. Caíste inconsciente hasta el día de hoy, con los inicios del resfriado por el agua fría y las defensas bajas. No solo en el juego clásico.
       —Desde hace mucho tiempo lo sospechaba, (t/n).
       —No creí que te dieras cuenta, Percy. No sabía cómo decírtelo... Solo... Tenía miedo.
       —Solo necesitabas perder el conocimiento para decírmelo.
       Comenzaste a reír sarcásticamente.
       —(t/n), no te quieras pasar de listo.
       —Ya, perdón.
       Un silencio incómodo se armó entre los dos hasta que por fin volviste a toser, bajando de nuevo tu rostro hacia tu codo para evitar lo malo, y todo volvió a la normalidad.
       —Ahora que lo pienso, Percy, tú también te enfermarás.
       —Sí, pero ese es el menor de mis problemas.
       Pusiste la cabeza gacha y él te abrazó, con su brazo encaminado para acercarte a él, para decirte al oído:
       —Te amo, (t/n).
       Alejándose lentamente al corresponder lo que sentías, regresó la mirada hacia ti. Sonreíste, feliz, maravillado por lo que había dicho.
       —Y yo a ti, Jackson. Y yo a ti.
       Y así lo llamaste justo cuando te despertaste, por algo fue así.
       Al final del día, Percy se ofreció a llevarte algo de comer junto a un generoso vaso de ambrosía. El líquido dorado te puso de buenas y te comenzaste a sentir mejor. A cambio de no querer contagiar al resto de tus amigos en la cabaña, accediste a ir donde él y, bueno, pasó lo que tuvo que pasar.
       En tus noches ya sentías sus abrazos y sus caricias. Por accidente, habías completado tu propia misión y con ello habías abandonado la cuarentena.

PersonajesxMale!Reader (Yaoi) [Volumen I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora