Angels of Death: Zack Foster | Abominación

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Canción-OST: "1959" de Hamilton Leithauser + Rostam feat. Angel Deradoorian.

Tiempo estándar de lectura: 00:05:01

Palabras: 1049.

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Pensabas que todo era cuestión de coincidencias y que ni siquiera en tus sueños más fugaces podrías encontrarte en una situación así. Y todo había comenzado por haber seguido tus instintos, por haber pensado que todo había salido bien y que no había nada malo con querer dejar irse, querer ganar, querer divertirse sin aceptar las injustas consecuencias.

Así eran las cosas.

Aquella noche la multitud ociosa del bar estaba a reventar. Un lugar famoso por la presencia de borrachos, jóvenes modernos y demás individuos que adulaban con sus manos agarradas y vítores alborotadores. Al menos, con la presencia de tus amigos, todo había terminado.

Pero aun así nadie preveía lo que iba a ocurrir.

De regreso, aun sin abandonar la cercanía de las calles de aquel lugar, escuchaste voces que venían por las cercanías. Te hicieron estremecer.

Eran angustiosamente familiares; tenían el habla arrastrada y las risas sardónicas en el aire. Borrachos. Y la suerte no estaba de tu lado.

—¡¿No vas a cantar?!

Ese conjunto de palabras rodeada entre risas tontas de algunos de los presentes que, por desgracia, se habían estrellado en tu destino.

Todos volvieron la mirada hacia ti y esperaban a que respondieras. No lo hiciste. Caminaste, pensaste que en cualquier momento lo iban a olvidar. Comenzaron a seguirte el paso mientras que tú intentabas solo mirar al frente. Aun con lejanía sentiste el peligro rodearte y comenzaste a correr.

—¡No puedes irte sin cantar! —Gritó otro.

Todos siguieron corriendo. Sabías que estaban a nada de acorralarte. En algún momento terminaste en el último tramo dañado de la calle. Los viste a todos. Jóvenes libertinos y ebrios que esperaban lograr su siguiente movida maligna.

Intentaste alejarte de ellos, pero uno respondió empujándote de vuelta hacia la pared y haciéndote caer con violencia. Todos los demás comenzaron a reírse.

Entre el caldo de risas, mientras aquellos hombres comenzaban a moverse hacia ti, se escuchó otra risa más fuerte, más sardónica, más terrorífica...

Y luego uno de ellos se detuvo. Lo hizo rápido, de repente dejó de reír, y con el sonar de un grito agudo su cuerpo se deshizo. No lograste verlo bien pero una esencia roja comenzó a brotar fuera de él hasta que la parte superior de su cuerpo se deslizó hacia el suelo.

Alguien lo había cortado por la mitad.

No te dio tiempo ni de reaccionar pero; entre gritos ahogados, movimientos rápidos, y una masa roja extendiéndose entre gotas rápidas y flujos lentos; aquellos malnacidos habían sido víctimas del infortunio al ser destrozados. Literalmente.

Cuando te reincorporaste tras la conmoción, los sollozos de pánico se adueñaron de ti al presenciar como el suelo se había quedado lleno de una plasma roja y como esta contenía los pedazos destrozados de hombres que momentos antes habían tratado de hostigarte.

Volteaste hacia atrás, ante la solitaria noche.

Gritaste.

Creíste que era tu fin.

—¡Deja de llorar! —Gritó alguien.

Escuchar su voz te hizo estremecer.

—Lo más que podrías decir es "Gracias", ¿No lo crees?

Estabas completamente paralizado, incapaz de responder o emitir sonido alguno como fuera una súplica por tu vida. Aquel chico aprovechó para acercarse a ti y arrebatarte, para que lo vieras de frente.

Lo observaste.

Era muy tonto no adivinar lo que estaba pasando.

Era conocido como Zack Foster, un asesino serial que estaba rondando por toda la ciudad. Había que tener cuidado con algún encuentro. Pensaste que no ibas a ser el desgraciado que iba a verlo... Pero ahora te tocó serlo.

Zack tenía el cabello oscuro, el cuerpo cubierto mayormente por vendajes blancos rasgados, y la confusa mezcla entre unos ojos cansados y una sonrisa tétrica pero en cierto modo lo hacían parecer atractivo. O quizá nada más era el delirio de tenerlo cerca en medio de tanta adrenalina y el viento frío subiendo por todo tu cuerpo y sus olores entrando por tu nariz. Tenía tu misma altura y cerca suyo llevaba una guadaña de la que vertía la sangre fresca desde su reciente travesura.

Solo podías ver a Zack, aun en medio de la noche silenciosa y oscura, era una magia extraña que se había ubicado en aquella catástrofe. Él sonrió.

—Te vi entrar... Ibas como un ángel junto aquellos idiotas... Después entraron ellos, te estuvieron mirando toda la noche. No se los dejaste difícil en cuando te separaste de tus amigos...

—¿Mis...? ¿Mis...? Amigos...

—Sí... No deberías salir a solas, (t/n).

—¿Cómo sabes mi nombre?

—De la misma manera que tú sabes el mío. Deberías cuidarte mejor, o de lo contrario tendré que hacerlo yo.

—¡¿Qué?!

Apretó una tela. No podías sentir tus piernas, sentiste una parálisis inmediata y como tu corazón comenzaba a latir mucho más fuerte. Era un miedo vivo, extraño, impertinente y maligno, una sensación que nunca habías sentido antes. Habías pasado de ser una potencial víctima a un objeto de adoración.

La noche densa, el viento frío, el terroso olor de la sangre elevándose en este hacían que el miedo te estremeciera y te hiciera sentir como si te congelara hasta los huesos.

—Ten más cuidado, (t/n) —susurró en tu oído—. O de lo contrario, entraré a tu maldita casa y te halaré conmigo...

—Zack...

—Yo soy el único que te conoce...

Se llevó su guadaña al hombro, sonrió, te miró por última vez y se desvaneció.

El olor putrefacto que rodeaba aquel sitio te hizo correr a medida de que sonaban las patrullas de policía y demás alarmas. Corriste, sin mirar atrás, sin hacer caso, intentando encontrar los caminos abandonados en donde no pudiera haber ni una sola alma o ni siquiera una sola presencia. Intentaste recuperar la conciencia a varias cuadras lejos de ahí sin pensar en lo que podías hacer.

No había sido un sueño, era una pesadilla real. Una extraña pero atractiva pesadilla. Recordaste. Zack Foster había, en cierto modo, salvado tu vida asesinando de forma cruenta a otro par de escorias de la sociedad.

Mientras revisabas los daños que pudieran tener tu cuerpo y las gotas de sangre que habían chocado contra ti en tus prendas, recordaste esa sensación de peligro de que te estuvieran siguiendo. ¿Esa mirada era la de Isaac Foster? No lo podías creer.

Y no sería la última vez que volverían a verse, y en esa siguiente ocasión aprovechó para robarte el aire.

PersonajesxMale!Reader (Yaoi) [Volumen I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora