PersonajesxMale!Reader (Yaoi) [Volumen I]

Fullmetal Alchemist: Roy Mustang | El ajuste más importante

Canción-OST: "Rings" de Splashh.

Tiempo estándar de lectura: 00:07:10

Palabras: 1524.

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Tu mirada se ha estado pasando entre papel y papel, buscando un alivio para proseguir con tus deberes y por fin dejar todas las cosas de lado. Pasas la mirada entre los últimos signos e intentos de letras, por el otro lado dejando las copias de qué significa cada cosa. Un enorme libro azul, con ideas revueltas, del otro lado del escritorio.

Por fin has terminado de descifrar el último documento.

Tomas la última de las hojas y pones el papel en la bandeja de envíos terminados.

Suspiras, dejas caer tus manos hacia los respaldos de tu silla, y regresas la mirada del suelo hacia los centenares de papeles que terminaste y las agendas llenas de anotaciones.

—Terminé. Por fin terminé —dices entre suspiros.

Reposas tu vista en medio del cubículo de "la oficina", donde guardas todo tu trabajo junto al coronel Roy Mustang. Tus días corren sus horas en este lugar, y piensas mucho en eso.

Por fin logras ponerte de pie y tomar todas las cosas contigo. Las dos agendas están grandes, bastante de hecho, pero no están pesadas. Y encima de ti pones todas las hojas de salida y el documento ya descifrado para entregárselo al coronel. Con dificultad logras abrir la puerta y la dejas abierta para cerrarla después.

Caminas de pasillo en pasillo, cargando todas esas cosas. No puedes mirar más allá de las hojas que llevas encima, únicamente pensando en todo lo que querías hacer después de entregar la orden. Por fin has terminado, después de dos días insufribles de llegar temprano pero durmiendo tarde por tanto trabajo que tenías que hacer. Ser una especie de "burócrata" así (si podemos considerarlo así en este mundo) es una cosa horrible, pero al menos te pagaban bien.

Y entonces, por no fijarte. Solo es cuestión con las hojas de que alteren tu equilibrio y casi te hagan tropezar, haciendo un sobre esfuerzo para no caerte con todo y ellas, para que se sigan sosteniendo entre tus brazos.

—¡Cuidado, (t/n)!

Su voz es reconocida por ti, dejando de lado la mirada conocida tras las hojas. Solo una de estas ha caído al suelo, y la recoge.

—Lo siento mucho, Ed. Lo siento.

Aquel muchacho pone la hoja en tu montón y voltea hacia ti.

—¿Mucho trabajo?

—Demasiado, diría yo.

—¿Necesitas ayuda?

—No, Ed, para nada. Así estoy bien. ¿Y qué haces tan tarde? Todos se han ido ya.

—Tuve unos pendientes que resolver, (t/n). Ya sabes por la próxima misión.

—Comprendo.

—Solo estamos tú, yo y Roy.

—De hecho... ¿No se ha ido? —Exclamaste con sorpresa.

—No, aún no. De hecho, me pidió que, antes de irme, te avisara que quiere hablar contigo.

—¿De verdad? —Preguntas con un poco de incomodidad.

—Sí. Así lo dijo.

—Al menos tengo algo que entregarle.

—¿Qué cosas?

—Un documento que me pidió que le transcribiera.

Al momento en el que Ed te deja solo y comienzas a reflexionar, recuerdas lo que ocurrió hace días por aquellos papeles.