El increíble castillo ambulante: Howl Pendragon | Día festivo

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Canción-OST: "La Casa y La Nada" de Pastizales.

Tiempo estándar de lectura: 00:08:33

Palabras: 1835.

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Hoy era un día especial.

Y por día especial no nos referimos a algo positivo.

Si, era día festivo en la ciudad. Relativamente. Todos ayer se fueron de fiesta y, hoy que te levantaste temprano, te diste cuenta que media ciudad ha caído en resaca. Menos tú. De todos modos, tienes que ir a trabajar. No había transporte y fuiste caminando a ese lugar de siempre.

La jefa iba a venir, sin duda, pero más tarde. Las primeras horas las tendrías que pasar solo.

Te la cobraron por un día que te sentiste demasiado mal. Un día tuviste un sueño incomprensible que se acrecentó con una fiebre, y ese día olvidaste el poder del despertador. Ya llevabas tres horas tarde.

Te explicaron como debías hacerlo todo.

Entras por la puerta trasera, al entrar apenas desactiva la alarma con los mismos cuatro números iniciando en siete, corres a la oficina y solo sacas cinco bolsas de monedas de la caja fuerte: Dos para tu caja y las otras tres para la oficina. Al final solo extraes cuatro. No piensas que nadie venga a comprar muchas cosas.

De todos modos, debes ser precavido. Los robos aumentan durante las fiestas. No es invierno, no es verano. No es temporada peligrosa. Pero de todos modos.

Los intermedios te pesaban más, fuera lo que fuera. Lo piensas al acomodar por última vez tu cabello (t/c) en frente al vidrio reflectante de la oficina. Vistes tu ropa común: Playera manga larga y pantalones de mezclilla, y la capucha del trabajo.

Era roja. Pero, si hoy lo hacías bien, ya tendrías un escalón para usar la de color negro y después de meses la de color azul, que es de los superiores.

—Vamos, (t/n), es un día más del calendario —dices quitando la hoja antes mencionada.

El mismo proceso de todos los días a tu modo. Con el turno activado y la caja registradora solo procedes a continuar con tus labores diarias.

Quitar los seguros de las frías y traicioneras cortinas de metal, dejando que entre la luz del mundo. Un trapo húmedo sobre la plancha fría del piso de ventas, rellenar las cigarreras, barrer la entrada de la tienda.

Y por último, la reposición.

Lo que necesitaba un cuidado especial eran las flores de los vendedores regionales. Hoy también ellos descansaban y solo procediste a cambiarles el agua a algunas y a cuidar otras para atenuar el rocío. Tu mano posa levemente con una de las espinas de los rosales, te llevas el dedo a la boca y bajas la mirada en un suspiro.

Han pasado tres horas y solo han venido siete clientes, y casi todos han comprado lo mismo. Refrescos, desechables, y medicamentos efervescentes para los dolores ocasionales. Casi todos son clientes conocidos. No sabes si es por la cámara de vigilancia el impulso, o quizá tu habilidad fingida de atención entre tu baja autoestima, pero reconoces a todos quienes pasan por aquí.

Y ese extraño poder te hace sentir mal.

Todos los que han venido son conocidos. Recuerdas a ellos, a los sospechosos de robo, a los curiosos.

Suspiras mientras tu mano pasa por el último punto de venta con el trapo húmedo, dejando un favorable aroma de lavanda. Levantas el rostro hacia el techo, absorbiendo todo el aroma de las lavandas.

PersonajesxMale!Reader (Yaoi) [Volumen I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora