18. Despedida.

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700 km - Shé ft Elena

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700 km - Shé ft Elena.

La despedida se acercaba, los días no les daban tregua y aunque intentaban disfrutarlos al máximo, sentían como si vivieran a contra reloj...

Iker no quería ni pensar que sería cuando no la viera cada día, pues nada tenía comparación con llegar del trabajo y encontrársela, fundirse en su aroma y besar esos labios que lo tenían loco. Además, el factor clandestino, le agregaba una sensación increíble que los llenaba de adrenalina.

Sin embargo, en más de una ocasión estuvieron a punto de ser descubiertos, en especial por Katherine. Pero el destino, un ser divino o como quieran llamarle, siempre estaba de su lados y los hacía salir ilesos. Pero el muchacho sabía que su madre no era tonta y que algo sospechaba, sobre todo después de encontrarlos en la cocina a altas horas de la noches riendo y muy cerca.

—¿Qué hacen aquí? —Cuestionó con curiosidad, tomándolos por sorpresa. El rubor en el rostro se Estefanía no se hizo tan evidente pues solo habían prendido una pequeña lámpara que no daba luz suficiente.

—Vine por algo de comer y ella estaba buscando una de las gotas de Bruno para dormir—improvisó Iker con nerviosismo.

—Oh... ¿no puedes dormir, cielo? —Preguntó un tanto preocupada, haciendo que los enamorados suspiraran de alivio al verse desviada la atención de la mujer.

—No... llevo horas dando vueltas en la cama...—no estaba mintiendo del todo, pues precisamente habían bajado por las dichosas gotas, ya que a la chica le estaba costando dormir e Iker sabía que no era bueno para ella, así que le ofreció la melatonina que Bruno usaba frecuentemente ya que debido a su descompensación en temporadas de exámenes, después se le hacía muy difícil conciliar el sueño.

—Seguro eso te ayuda, son muy efectivas y completamente naturales.

—Sí, Val me dijo que podía usarlas si en algún momento las necesito.

—Sin problema, debe haber suficiente en la gaveta pero sino, mañana conseguimos más—dice Katherine, sirviéndose un vaso de agua y observando de reojo a los jóvenes que intercambiaban una mirada nerviosa—. ¿Y qué vas a comer a esta hora, Iker?

—Eso estaba viendo... creo que un sándwich. Tú sabes que tus cenas saludables no son mis favoritas y siempre me dejan con hambre—se queja. Por suerte justo esa noche, habían cenado la lasaña vegetariana que su madre preparaba una vez al mes, pero que a los chicos no les gustaba mucho.

—Y por los platos que hay en el lavabo, veo que tus hermanos también hicieron su vista nocturna a la cocina—comenta, chasqueando la lengua en desacuerdo—están mal acostumbrados a comer pura comida basura...

Estefanía sonríe ante la expresión de Iker, pues era una discusión habitual entre ellos y su madre. Todos, incluyendo su padre, eran de buen comer y necesitan mucha proteína en cada comida, más que vegetales, cosa que Katherine no aprobaba.

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