33. La amo.

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Happier-Marshmello ft Bastille

"Si ella te importa aunque sea un poco, deberías estar aquí, te necesita. Es hora de dar la cara..." Leyó Iker. Por supuesto que lo haría, de hecho ya estaban en el aeropuerto, esperando por el vuelo que lo llevaría junto a ella.

Su madre y Tadeo iban a su lado, pues además que querían saber sobre Estefanía, también apoyándolo en su decisión de revelar lo que sentía por la muchacha. Ambos creían que no sería fácil, que los padres de esta y Valeria no lo tomarían bien, pero esperaban que al final lo entendieran.

"Estaré allí lo antes posible..." Escribió de vuelta.

Juraba que Alexa lo odiaba después de lo sucedido pero sintió un pequeño alivió al ver el mensaje. Al menos aún lo consideraba digno de saber lo que pasaba con Estefanía, y carajo, demostraría lo mucho que le importaba, lo equivocado que estaba.

—Mamá, ¿sabes algo más sobre el estado de Teffie? —Cuestionó Tadeo, moviendo la pierna con nerviosismo mientras esperaban abordar el avión. Estaba muy preocupado por su mejor amiga, aún seguía en shock por todo lo descubierto en las últimas horas, era demasiado para procesar.

En cuanto salieron de la sorpresa ante las palabras de Iker, habían conseguido los vuelos más próximos a Nueva York. Apenas había tenido tiempo de hablarle a Angie para informarle sobre los planes y las últimas noticias, la chica estaba que no se la creía. Joseph y Bruno hubieran querido acompañarlos pero sus obligaciones en el hospital se los impedían, como era lo habitual.

—Valeria dijo que la habían visto por la mañana pero seguía dormida. Dentro de lo que cabe, está bien...

Nadie dijo más nada, no había necesidad, sus pensamientos hacían eco de los otros. Tenían un largo viaje por delante, ya que harían escala en Madrid. Al comprar los vuelos de último minuto, les habían tocado asientos separados, lo que Iker agradeció, necesitaba tiempo a solas para pensar.

Estaba consciente que nada sería fácil, y no con respecto a los padres de Estefanía o Valeria, no, sino a su pequeña. La conocía lo suficiente para saber que no lo perdonaría con facilidad, que iba a tener que esforzarse mucho para ganarse su confianza nuevamente. Pero había aprendido de sus errores, no se daría por vencido, recuperaría a Estefanía costara lo que costara. La amaba, como nunca imaginó que sería capaz de hacerlo y quería una vida con ella.

Cuando aterrizaron, el clima de New York hacía eco de lo que sentía por dentro, pues las calles se cubrían de un manto blanco y el frio calaba los huesos. No perdieron tiempo y se fueron directo al hospital. Las manos le sudaban, el corazón le latía a mil por hora. El miedo a perderla aún le generaba escalofríos, y aunque sabía está bien ahora, necesitaba comprobarlo, verla. El camino desde el aeropuerto fue una eternidad. Sin mencionar las miradas que su hermano y su madre estaban dándole, lo ponían más nervioso.

Volver a ti©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora