36. Consecuencias.

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Consequences-Camila Cabello

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Consequences-Camila Cabello


Iker suspiró por última vez, tomando valor para lo que haría. Le había escrito a Damián antes de subir al piso donde se encontraba su habitación, preguntando si Valeria estaba dormida. Eran pasadas las siete, había tomado una siesta cuando regresaron del hospital. Estaba cansado, más que física, mentalmente, le hizo bien y le dio la fuerza que necesitaba para hacer lo que debía. No quería que pasara más tiempo, tenía que contarle la verdad a su hermana.

Su cuñado lo alentó a que hablara con ella, él estaría a su lado, lo apoyaría en caso que las cosas se salieran de control. Ambos sabían el riesgo que implicaba, pero era absurdo seguir escondiéndolo.

—Amor...—llamó Damián a Valeria, quien se hallaba intercambiando mensajes con Susan, sobre sus pequeños, a quienes ya extrañaba.

Habían tomado una ducha y después de dormir un par de horas, ambos se sentían descansados. Después de cenar, irían a relevar a sus padres al hospital.

—¿Sí? —Murmuró, sin mirarlo.

—Iker está subiendo, necesita hablar contigo...—no podía esconder la preocupación que sentía.

—¿Conmigo? ¿Sobre qué? —Cuestionó intrigada, dejando su celular en la mesilla de noche, interrogando con la mirada a su esposo—. ¿Qué sucede, Damián? —Apremió al verlo morderse el labio con ansiedad.

—No me corresponde a mi hablar al respecto, princesa. Solo te pido, por favor, escúchalo hasta el final.

Se estaba metiendo en terrenos peligrosos, sobre todo porque Valeria podría enojarse con él también por no decirle en cuanto supo lo que sucedía. Esperaba que entendiera como él lo hizo, pues no quería verla infeliz al sentirse en medio de la situación. Sabía lo que tanto Estefanía como Iker significaban para ella, lo mucho que adoraba a ambas familias. Odiaría verla tener que decidir entre alguna, esa sería la peor situación, por su puesto. Rogaba que las cosas no llegaran a eso.

—¿De qué hablas? —La seriedad de él, le preocupaba. Pero sin darle tiempo a pensar mucho al respecto, unos golpecitos en la puerta los alertaron.

Sin perder tiempo, Damián abre la puerta, mirando con preocupación a Iker, que definitivamente lucia nervioso.

—Pasa...—murmura, dándole una rápida mirada a Valeria, que los observaba con el ceño fruncido.

—¿Qué sucede, Iker? Damián me dijo que necesitabas hablar conmigo...—Cuestionó.

—Sí, y necesito que me escuches, hermanita. Por favor, deja que termine y después puedes insultarme o decir lo que quieras, ¿bien? —Pidió.

—¿Insultarte? ¿De qué hablas, Iker? Me estas asustando.

Se sentó frente a ella en la cama, tomando valor. Aquí vamos... que sea lo que Dios quiera, pensó.

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