Libro 2. Segundas Oportunidades.
Se enamoraron sin querer. Sabían que sería difícil. Sabían que sus familias nunca lo aceptarían.
Ella, 19 años. Él, 27. No es un abismo, ¿Qué son ocho años? Pero eran etapas diferentes y si le sumamos un océano d...
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No se va-Morat
Damián terminó la llamada, negando con una sonrisa torcida. Decir que estaba sorprendido, era poco. Nunca esperó esa petición de su cuñado. Aunque si lo pensaba mejor, era algo que Iker definitivamente haría. Ahora sí, iría con todo para recuperar a Teffie.
—¿Quién era? —Cuestionó Valeria, al verlo regresar de la cocina. No era normal que su esposo tomara una llamada tan temprano y menos, que se alejara para hablar. No había secretos entre ellos.
—Nada importante—murmuró, dejando un suave beso en su frente y tomando asiento nuevamente a su lado.
Era uno de esos sábados en la mañana donde sus hijos seguían dormidos y tenían un par de horas de paz. Los adoraba, pero tenían tanta energía, que a veces sentía que no podía con ellos. Sin embargo, era feliz, y no lo cambiaría por nada, en especial porque compartía esa bendición con su princesa.
—¿En serio? ¿Entonces por qué fuiste a contestar a la cocina? —soltó una carcajada ante la frente fruncida de su esposa. Se veía hermosa enojada.
A pesar de que Valeria aún no recobraba la memoria completamente, su verdadera personalidad estaba surgiendo poco a poco y su vida iba siendo como la de antes, e incluso mejor.
—Bien... se supone que no debo decirte nada aún, pero como me es imposible guardarte algún secreto, lo haré; era Iker. Quiere que le ayude a buscar un departamento o una casa aquí, va a mudarse—informó, divertido por la cara de sorpresa de ella.
—¿Es broma? —Jadeó, mirando a su esposo en busca de algún indicio.
—No, te lo juro. Me dijo que no dijera nada todavía, sobre todo por tus padres, ya sabes... las cosas siguen un poco tensas a pesar de que ya aceptaron lo sucedido. Pero está decidido a mudarse aquí.
—Cielos, es un gran paso para él. Sé que ama a Estefanía, no tenía duda de eso ¿pero esto? No lo sé, no lo esperaba—dice, negando aún en shock—. Va a renunciar a muchas cosas por ella; al trabajo que adora y por el que siempre luchó, a su vida allí, a estar cerca de su familia... eso es un gran acto de fe.
—Totalmente. Pero creo que él está consciente que nada de lo que ha logrado será suficiente si la pierde para siempre. Créeme, puedes tener todo en la vida pero si la persona a la que amas no está junto a ti para compartirlo, simplemente a veces no tiene sentido—murmuró, con los ojos razados, recordando esos duros años en los que creyó que su Val estaba muerta.
Ella presionó sus labios a los suyos, ahuyentando los fantasmas del pasado que lo embargaban.
—No pienses más en eso. Estoy aquí y nunca más me iré, no podría... eres mi sueño hecho realidad—declaró, pegando su frente a la suya.
—Y tú eres el mío, mi amor. Nunca me cansaré de agradecer por tu llegada a mi vida. No solo me has regalado los mejores momentos de mi existencia, sino que también me has dado dos preciosas bendiciones que alegran nuestra vida todos los días.