Libro 2. Segundas Oportunidades.
Se enamoraron sin querer. Sabían que sería difícil. Sabían que sus familias nunca lo aceptarían.
Ella, 19 años. Él, 27. No es un abismo, ¿Qué son ocho años? Pero eran etapas diferentes y si le sumamos un océano d...
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Ours-Taylor Swift
Decir adiós, fue la peor parte. Después de tantos momentos vividos en las últimas tres semanas, fue un golpe de realidad muy difícil. Si bien sentían que su relación era más fuerte que nunca, la necesidad del otro también incrementó y estaban conscientes que estar a kilómetros de distancia iba a ser mucho más complicado, doloroso incluso.
La noche anterior al vuelo de los Ferrer, habían estado juntos como cada día después de esa mágica noche, pero ambos pudieron sentir la ansiedad del otro, la preocupación por el futuro, por esa inminente separación. Se habían hecho tantas promesas, dicho tantas palabras de amor y consuelo pero estas, bañadas en temor.
Sí, su relación era más fuerte. Sí, ambos estaban completamente seguros de lo que tenían, de lo que sentían el uno por el otro. Sí, estaban dispuestos a luchar contra todo y contra todos. Pero el peso de esconderse comenzaba a hacerse más difícil de sobrellevar y temían a lo que pudiera ocurrir cuando sus familias descubran que han estado engañándolos por meses.
Su mayor temor no era no ser aceptados, no, era provocar un conflicto. Las familias habían pasado por tanto, que ellos no querían ser los causantes de romper esa armonía.
—Todo estará bien, pequeña. Serán solo tres meses, estaremos aquí para el nacimiento del bebé, eso tenlo por seguro—murmuró Iker a su novia al despedirse, sabía que tenían que hacerlo ahora, en la intimidad de la habitación, pues por la mañana todo sería una locura en la casa con las despedidas y corridas al aeropuerto.
—Lo sé, créeme te extrañaré cada minuto pero no es eso lo que me preocupa, sino seguir manteniendo todo en secreto.
—Sí, también pensaba lo mismo. Pero tiempo al tiempo, veremos cómo se dan las cosas, tal vez la próxima vez que estemos aquí encontremos el momento para hablar con nuestros padres e informarles. Confió en que lo tomaran de la mejor manera.
—No le hacemos daño a nadie, Iker. ¿Por qué no habrían de aceptarlo? — Cuestiona la chica con impotencia.
—Pienso exactamente lo mismo. No se me ocurre una razón para que se opongan...
—Pero...—sabía que había uno.
—Pero, siento que no podemos arriesgarnos, sobre todo por tu padre. No quiero exponerte, amor.
—Mi padre... si, definitivamente no creo que esté listo para verme en una relación. Sigue con la idea que soy una indefensa y estúpida chica que se dejó manipular.
—Estefanía, no hables así. Sabes que nadie te ve así, fueron las circunstancias las que te orillaron a terminar en esa relación pero nadie piensa que eres débil, o estúpida—declaró con seguridad. Odiaba escucharla referirse a sí misma de esa manera.
—No voy a discutir eso en estos momentos. Es mi última noche contigo y no permitiré que tormentos del pasado la arruinen—rugió. Pegando con urgencia sus labios a los del chico, quien la recibió sin chistar.
