el fin de todo

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Im Jae Bum

—¡Tengo hambre! —Se quejó Jinyoung.

Caminábamos por la calle, veníamos saliendo del colegio y nos dirigíamos a su casa.

—Yo igual, si quieres podemos ir a comer algo antes. Pareció pensárselo.

—¿Tú invitarás?

—¡Claro! Después de todo soy yo quién tiene el rol de hombre en esta relación.

Bromeé.

—¿¡Y se supone que yo soy la chica?!

Me miraba ofendido aunque yo sabia que realmente no lo estaba.

—Me temo que sí, cariño.

Pasé mi brazo por su hombro.

Las cosas estaban yendo demasiado bien, Jinyoung era más lindo y cariñoso conmigo, por fin sentía la seguridad de que todo iría bien pero aún tenía algo pendiente con Eunha .

—Jinyoung...

—¿Uhm?

—En un par de horas tengo un compromiso pero después de eso iremos a nuestra cita, te lo debo. Me miró curioso.

—¿Qué es lo que harás?

—Cosas sin importancia.

Se quedó en silencio mirando al piso mientras seguíamos caminando; frunció el ceño y pateó una roca.

—No quiero que vayas.

Soltó de repente.

—¿Qué?

—Sé que de pronto parezco un posesivo pero de verdad no creo que esté bien que te veas con ella.

Mierda.

—¿Cómo...?

—Ayer mientras te duchabas te llegó un mensaje de Eunha para confirmar; me sorprende que haya aceptado verte.

¿Había revisado mis mensajes?

—Sólo hablaremos, le pediré que te deje tranquilo.

Se miraba algo triste y preocupado.

—No es necesario, es decir, yo no le hago caso, ahora estoy con quién amo.

A pesar de sus bonitas palabras, estaba inquieto.

—No estoy cómodo, te dirá cosas y querrás volver a dejarme. No pasaré por eso de nuevo. Y es que sí, tenía miedo, mucho miedo de que me dejara.

—Im Jae Bum ¿Cómo puedes decir eso? Dios, luché por ti, te amo; sé que no soy muy bueno demostrándolo pero de verdad lo hago, ya no quiero a nadie más que no seas tú.

—Bien, está bien, no iré pero te compraremos otro teléfono, quiero que pierdas cualquier contacto con ella.

—Sí, mi amor.

Jinyoung

—¿Te gusta? ¿Es elegante?

Un nudo se formaba en mi garganta, me dolía el pecho y quería llorar, gritar, patear todo porque la vida era injusta. Mamá había llamado un par de horas antes, ella estaba feliz y que lo estuviera me ponía feliz también, se iba a casar, después de tanto tiempo su miserable novio le había pedido matrimonio, la verdad era su vida y si ella estaba contenta yo también, ahora vivía en china, cosa que nunca mencionó, tenía su propia casa, otra cosa que tampoco mencionó y ahora estaba embarazada, según ella hacía dos semanas lo había descubierto y yo tendría un hermano, eso estaba bien, hasta ahí mi cabeza pudo soportar la información pero, cuando me dijo que me llevaría con ella a china para vivir allá mi corazón casi se detuvo y mi estómago se contrajo. Según ella no podía seguir pagando dos casas y mandarme dinero era un gasto extra así que vendría la próxima semana por mí y dejaría nuestra casa en corea a la venta. La verdad nada de eso me importaba, lo que me dolía era Im Jae Bum, lo que me destrozaba era saber que yo me iría a otro país y él amor de mi vida se quedaría en corea.

Si ella me iba hacer esto jamás debió animarme a volver con Im Jae Bum.

—Es perfecto, Im Jae Bum.

Me hizo una mueca.

—¿Te sientes bien? ¿Acaso te duele algo? –Tomó mi quijada pasando su brazo sobre la mesa para alcanzarme, el restaurant era perfecto, todo era perfecto a decir verdad pero ya no podía disfrutar nada, debía decírselo.

—Estoy bien.—Le sonreí falsamente.

"Después de la cena" Pensé, no le iba arruinar esto a mi aún novio.

—¿Desean pedir algo? –Un amable hombre que parecía mayor de cincuenta se acercó con una elegante libreta de piel marrón para anotar nuestros pedidos.

—¿Podría traernos el postre más delicioso que tengan?

El hombre sonrió a Im Jae Bum asintiendo

— y... ¿Deberíamos pedir vino?

—Nosotros tenemos el mejor vino rosa de toda corea.

Presumió el anciano.

—Entonces por favor traiga una botella.

Observé a Im Jae Bum mientras pedía, hermosos labios, hermosos ojos, sonrisa perfecta ¿Cómo podría dejarlo?

—¿Postre? Creí que cenaríamos primero

Lo miré divertido.

—A veces hay que cambiar las cosas un poco.

Tomó mi mano sobre la mesa y me miró directo a los ojos, podría jurar que casi con adoración.

—Te amo, Jinyoung.

—En una semana mamá me va a llevar a vivir a China con ella.

Solté de repente no soportando más. Su rostro primero fue confusión, luego asombro y por último terror.

—¿De qué hablas? Tu mamá no estaba en china, ella...

—Se mudó a china, se va a casar, está embaraza, los gastos aumentan y ella ya no puede pagar la casa en la que vivo ni mandarme dinero cada semana, es difícil.

Negó.

—No vas a dejarme de nuevo.

Apretó su agarré en mi mano y mis ojos comenzaron a aguarse.

—No puedo hacer nada, yo podría conseguir un empleo pero jamás podría comparar la casa en la que estoy.

—Puedes vivir conmigo, no falta mucho y después podremos ir a la universidad juntos, estamos becados, Jinyoung; será gratis sólo hay que aguantar unos meses más.

La desesperación en sus ojos me lastimaba, su tono de voz angustiado me hacía querer besarlo y consolarlo pero estaba igual.

—Tu padre me odia ¿Cómo podría vivir en tu casa? No quiero ser una carga, Im Jae Bum.

—No puedes dejarme de nuevo, no otra vez. Esto no puede estar pasando.

Ya no había nada que hacer, por más que esto me lastimara era el fin de todo.

 Ya no había nada que hacer, por más que esto me lastimara era el fin de todo

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No me gustan los hombres,Solo me gustas tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora