CAPITULO CUATRO

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Mi mirada se encontraba fija, con una sonrisa lo retaba a hacer algo.

El pelinegro no quitaba su expresión dura de su rostro, pero eso hacia el mínimo efecto en mi.

― ¿Que se supone que es tan gracioso, ¿eh?

― Tu rostro desde luego.

Solté un poco de aire haciendo mi risa mas molesta para él.

― Solo verte me hace pensar que hay humanos que no evolucionaron por completo.

La pelirroja a mi lado parecía nerviosa.

― Largate de aquí princesita, que no me interesa ver tu lindo rostro cerca de mi.

― ¿Crees que soy linda? ― pregunté sonriendo con superioridad ― Y eso que no suelo arreglarme mucho cuando salgo. Mi belleza es natural.

Vi como el rodó los ojos.

― En verdad me molesta tu presencia.

Murmuró entre dientes.

― Sé de personas que se sienten inferiores al tener algo soprendentemente hermoso frente a ellos.

― Y sorprendentemente irritante.

― Mi simpatía y carisma suele ser envidiada.

― ¿Por que no vas a sorprender con tu belleza a otra parte? vete de aquí.

Yo me mantenía sentada y mi mirada clavada en él. Parecía seguirme el juego porque sus ojos también se concentraban en mi.

― Este lugar es perfecto y me quedare aquí.

― Esto no es High Dream, aquí no mandan los que tienen mas dinero o mejores calificaciones ― su forma seca de hablar realmente me hacia temblar ― De hecho, son los Nerd y los fresas lo que reciben mas burlas.

― Ja! ― exclame en alto con sarcasmo ― Ten cuidado Mc rudo, por que eso suena como una amenaza, y nadie amenaza a esta princesa. ― dije lo ultimo señalándome.

― ¿Te crees muy ruda? Eres tan delicada, ¿por que no vas a contar cuantos colores diferentes tienes de rosa para poder pintar tus uñas? Quien sabe ― mencionó encogiéndose de hombros ― Quizás aprendas a contar mas allá del número diez.

Por primera vez mi expresión apacible se esfumó y frunci en ceño.

― Sabes lo que dicen ― dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa ― Sobre las rubias y sus cerebros.

Abrí ligeramente mi boca exaltando con fuerza.

Su sinismo me hacia enfurecer.

― Actualiza tu cerebro Mc rudo ― dije levantándome y presionando mi dedo índice sobre su pecho. Sintiendo su chaqueta oscura al contacto ― Esta rubia te haría quedar a ti como una vil rata con deficiencia cerebral.

Presione aun mas al chico haciéndolo retroceder y no por mi sorprendente fuerza, él solo se había dejado llevar.

― El dinero, la belleza, la inteligencia, el carisma y la simpatía son solo unas de las tantas cosas de esta cajita de sorpresas.

Sonreí de lado imitando su expresión. Le di a conocer arrogancia... Obviamente, yo era superior a él en muchos sentidos.

El pelinegro avanzó hacia mi sin despegar su mirada, la cercanía resultaba incómoda pero no me atrevía a retroceder. Él me llevaba bastante de altura, mantenía mi cabeza en alto con orgullo ignorando esa abismal diferencia.

― Eres como un lindo perrito chihuahua, con una pequeña coronita en la cabeza, que no hace mas que ladrar.

Mi expresión aun seguía irónica.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora