CAPÍTULO SEIS

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Patinaba tranquilamente por la carretera con una gran sonrisa.

Un pie y luego otro. Me sentía inexplicablemente feliz.

No sabia exactamente por que era, o quizás si. El clima era fresco y la nubes en el cielo tapaban el sol con una leve capa oscura dejando escapar a cada tanto algunos rayos de luz.

El ruido de la ciudad pasaba a segundo plano cuando mi mente se concentraba en una pequeña balada que mi padre me había enseñado a tocar en el violín cuando era pequeña.

Sonreí al recordar aquellos momentos de mi infancia.

Quizás el hecho de ya no estar mas en mi enorme habitación con todos mis instrumentos musicales y mi armario lleno de ropa, accesorios  y zapatos, que bien podría ser el portal a narnia, me estaba causando nostalgia. Mi enorme t sueva cama estaba por lejos ser cono esta en la que ahora duermo.

Mi segundo día como una plebeya y yo ya podría tirar la toalla si no estuviera en juego mi dignidad.

Negué con la cabeza repitiéndome que Charlotte jamas perdía.

Y menos contra mi madre, si ella era terca, yo podía serlo aun más.

Cuando entre a la escuela con mis patines ya en la mano, como se esperaba las miradas se concentraron en mi.

A pesar de mi actitud yo sabia que aun podría convencer a los chicos de hacer lo que yo les pidiera. Así es como funcionan los hombres.

Yo sabia que si una chica linda le pidiera algo a Alex o a Fred ellos lo harían.... Así es como funciona la belleza.

Pero ¿yo haría algo así por un chico guapo?.

Claro que no. No hay belleza mas grande que la mía.

Suspire y entre a mi primera clase. Mc rudo ya estaba sentado en su lugar con la pies sobre el asiento de enfrente.

Sus ojos me miraron fijamente y yo sonreí como respuesta. Eso lo desconcertó aun mas, frunció el ceño y volvió su mirada a su consola.

Jugaba un increíble RPG. Mi favorito a decir verdad. Soy un jugador de nivel 42 y he llegado al piso 67.

Despeje esos pensamiento frikis de mi cabeza y me senté.

Anoche había hecho algo no tan malvado. Mi primera idea de venganza fue pintar su motocicleta de rosa, con brillantes y pegatinas de arcoiris.

Pero no podría iniciar todo con algo de ese nivel. Primero tenia que lanzar una lave advertencia. Para encenderlo y animarlo a jugar conmigo.

Vi como bajó la consola con un supiro y me miró. Despegue mi mejilla ligeramente del puño en el que estaba recargada colocándome alerta.

― llevas mirándome fijamente desde hace rato ¿pordrias parar?

Incline mi cabeza y Sonreí.

― ¿Eso hacia?

― Puedes tomar una foto si quieres, te durara mas y podrás dejarme jugar.

Subí mi mano izquierda y con el botón de volumen tomé la fotografía.

La mire y Sonreí.

― Gracias.

Su desconcierto aumento aun mas.

― ¿Que tan extraña puedes ser?

La foto haba salido bien. El tenia su cara de "odio a todo el mundo" como siempre y su brazos cruzados dejaban ver en la imagen su consola negra.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora