CAPITULO VEINTICINCO

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Bien, las cosas no resultaron como esperaba. Había perdido en un categoría.

Aun así, decidí olvidarlo. De alguna forma era agradable el pensar que no tendría que seguir cerca de Rosa y Ana entrenando para los Inter escolares.

Solo seria yo contra el mundo. Aun así, mi derrota ya recorría toda la red y todos estaban sorprendidos de ello.

"Se esta volviendo una mediocre entre tantos mediocres" Había comentado alguien en el foro de DH.

Trate de ignorar eso también.

Todos nos encontrábamos en la gran cancha donde se llevaría a cabo la competencia de Fútbol. Me senté en una banca donde el sol no pegara. Simplemente respiraba el aire fresco mientras veía a los chicos de nuestro equipo calentando ya que era su turno de entrar. Realmente no se como funciona ese deporte si les soy sincera.

El pelinegro estiraba su cuello moviendo la cabeza de un lado a otro. Me le quede viendo por unos segundos con una gran sonrisa en mi rostro.

El es en verdad muy apuesto.

― Diablos ― murmure cerrando los ojos con fuerza.

Lo único que sabia del deporte es que este es muy violento.

¡Rayos!

Muy violento.

Simplemente unos monos salvajes golpeándose por un balón.

Me levante de golpe del asiento y camine hasta MI mono salvaje. El no se había percatado de esto por que calentaba con los ojos cerrados. Aunque desde luego todos apuntaban sus cámaras hacia mi.

― ¡Hey! Troglodita ― le llame la atención cuando estaba parada frente a él. Se detuvo y abrió sus ojos para verme con sorpresa.

― ¿Qué quieres princesita? ― Su tono, tan seco como el Sahara.

― ¡Te lo advertiré una sola vez!  ― Me acerqué mas a él y le tomé de las mejillas. Su reacción inmediata fue de sorpresa, pero luego se relajo y me miro con pereza. Mis manos hacian que sus labios se contrajeran pareciendo que estaba listo para un beso.

― ¿Que? ― preguntó moviendo sus labios de forma graciosa.

― No permitas que lastimen tu rostro ― Intentó sonreír ― Diablos ― baje mi cabeza mirando al suelo pensando en la idea que competiría en boxeo también ― Solo pensar que tu rostro puede ser lastimado, me duele.

― ¿Qué hay del resto de mi?

― No me importa ― le respondí con seriedad mientras subía a verle ― Ni siquiera me dejas ver tu cuerpo, así que no me importa.

El rio y yo le solté para cruzarme de brazos.

― Si te dejara ¿Te importaría?

Sonreí y asentí emocionada.

― Pero no sucederá ― el silbato sonó y algunos jugadores entraron a la cancha. El chico frente a mi tomó su casco y se volvió a mi para decir una ultima cosa ― Cuidare el rostro que tanto te gusta.

Bien, les explicaría como estuvo el juego, pero solo vi monos corriendo y golpeándose con salvajismo. Había algunas patadas que llevaron al balón lejos y alto. Por lo que entendí de las porras de nuestro equipo, ganamos. 

Taclearon a Mc Rudo un par de veces y casi grito cuando eso sucedió. Pero mantuve la calma durante todo el partido, serena y callada.

Todos gritaban y apoyaban a los jugadores, me di cuenta mas que antes que ese salvaje pelinegro era muy popular entre las chicas.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora