CAPITULO OCHO

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Suspire por milésima vez, me sentía exhausta. No tanto por el hecho de estar parada tantas horas, o cargar cosas... estaba cansada psicologicamente de algo que jamas había hecho y para lo que no estaba preparada.

Habia trabajado por medio mes ya, Alex y Fred no me habían visitado hasta ahora, mi madre los tenia vigilados para que no lo hicieran. Me sentía sola y ahogada en este nuevo mundo que ella había preparado como tortura, lo único que me hacia pasar el rato era la extrañeza de la peliroja, la amabilidad de el príncipe y el gruñón chico malo. 

Aunque ellos no eran mas que eso, unos simples chicos que apenas y me distraían.

Yo necesitaba a mi primo favorito, a mi mexicano falso, la escuela a la cual atemorizar y los profesores que podía amenazar, necesitaba reír por los pasillos limpios y brillantes de una escuela prestigiosa, necesitaba portar un uniforme que me diera estabilidad social. Yo quería que todos me respetaran y me trataran como princesa no solo por que lo soy, si no por que luzco como una.

―¿En las nubes?

― Lo normal ―  dije sonriendo al chico a mi lado.

―  ¿Vas a clases? ―  preguntó con amabilidad.

―  No me queda de otra, se supone que la asistencia es importante ―   me encogí de hombros dándole poca importancia.

―  Quizás esto no es una súper escuela de lujo y súper prestigiada donde hasta los pisos fueron pulidos con la cera de la mejor calidad solo para que las familias de elite pasaran, pero es una escuela a fin de cuentas.

Sonreí.

  ―  Hasta el príncipe puede ser sarcástico ―  Murmuré.

  ―  ¿Que?

―  Nada ― después de unos segundos de silencio continué hablando ― Solo no estoy acostumbrada a no tener tantos lujos, los casilleros, las regaderas, las canchas para cada salón, los clubes, el piso encerado ― dije lo ultimo riendo ― el lindo uniforme de la clase elite, las computadoras de lujos, las sillas súper cómodas, el olor a lavanda de los salones, el apetitoso olor de la cafetería con comidas de lujo, el...

  ―  Entiendo, entiendo ―  interrumpió con una pequeña risa ―  la diferencia es mucha.

  ―   ¿Sabias que el platillo especial de la cafetería no se repetía en todo el semestre? teníamos una receta diferente todos los días.

  ― ¿Eso era especial para ti?

―  Bueno, es mejor que la horrible comida de la cafetería de aquí.

―  Buen punto.

―  Creo que seria muy útil en ocasiones como estas... ―  "donde no puedo alimentarme correctamente en casa" pensé. 

―  Pero aquí tenemos igualdad social.

―  ¿Y yo para que quiero eso? ―  dije haciendo una mueca, después de darme cuenta de que había hecho eso, intente repararlo con una sonrisa. Tenia que ser una princesa adecuada frente a un príncipe ― Bueno, me tengo que ir a clases ― dije deteniéndome frente a la puerta del aula.

 ―  Y yo tengo que subir a la mía.

―  Gracias por escoltarme ―  dije sonriente, el disimulo una pequeña también.

―   De nada ―  hizo un gesto caballeroso inclinando su cuerpo con una mano en el torso y la cabeza baja.

Después de ello entre al salón.

Ahí estaba la peliroja sonriendole al espejo y Mc rudo en su consola.... frente a mi asiento la chica de siempre, la castaña de ojos oscuros de la cual no sabia nada, aunque tampoco me interesaba.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora