CAPITULO CINCO

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Inevitablemente cuando terminó la escuela tuve que ir a la cafetería que mi padre me dijo para solicitar empleo.

Es un lugar donde la mayoría de los empleados son menores de edad, un lugar donde también la mayoría de los clientes son gente joven.

El lugar ciertamente era muy bonito, tenia cierta elegancia, la decoración parecía adecuada a los muebles y los colores acogedores.

Papá me había contado un sin fin de veces de la citas que tuvo con mi madre en este lugar, el decía que las luces del lugar eran favorables para su rostro.

Sonreí por recordar al vanidoso de mi padre, pero mi sonrisa se volvió sorpresa cuando en el reflejo de un cristal pude ver a lo que se refería.

Hasta ese memento no había puesto mi mirada en ninguna persona, pero en aquel reflejo me di cuenta que él se refería a los tonos pasteles y las luces tenues personalizadas para cada mesa que hacían dar un aspecto personal y mágico a la apariencia, como si aquello fuera producto de una fantasía.

Era definitivamente brillante y mágico. Pero también elegante y juvenil.

Aunque seguro solo era la visión de una chica.

La madera de las mesas y los pisos le daban un toque único, unido al recubrimiento de rocas en las paredes, un estilo combinado con las hermosas columnas griegas Jónicas.

El lugar me fascinaba.

¡Había un muro llorón!

Sin pensarlo mucho desvíe mi camino hasta este, el agua resbalaba por las rocas en la pared hasta caer en un pequeño estanque en el que había dentro monedas, como una fuente de deseos.
A los costados del pequeño espacio del muro destinado a la fuente había dos platas altas que definitivamente eran naturales.

― ¿Charlotte? ― la chica que mencionó mi nombre hizo que me volteara a verla.

Era Katerin, la extraña pelirroja de ojos oscuros.

Intuí que venia de la escuela también.

― ¿Que haces aquí?

― Empleo ― respondí suspirando.

― Yo trabajo aquí ― mencionó emocionada ― Seremos compañeras de trabajo también.

Yeeeee, súper emocionante.

Claro.

― Te llevo con el gerente.

La chica me tomó con libertad de la muñeca y me condujo [como un auto(?)] hasta una puerta con un letrero de "solo personal".

La puerta dirigía a una pequeña sala de estar donde seguramente los empleados tenían su descanso.

"Esto esta mejor que mi departamento"

Suspire resignada a que mi vida fuera del castillo seria terrible.

― Señor Duncan ― llamó la peliroja ― Charlotte esta buscándolo.

Había un señor sentado descansando en una de las piezas de la sala, cuando fue llamado abrió los ojos para mirarnos.

― ¿Charlotte? ― preguntó curioso.

¿Acaso me conocía?

― Fon llamó recomendándote ― contestó como si hubiera leído mi mente ― Ambos trabajábamos aquí cuando íbamos a la preparatoria ― comentó sonriendo.

Su expresión era tan fácil de descifrar como seguramente lo fue mis pensamientos hace unos segundos. Un amor no correspondido en la adolescencia, que fracasado.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora