CAPITULO TREINTA Y OCHO

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Le había contado a Fred y Alex una parte de la historia ocurrida en la casa del pelinegro.

Juntos habíamos armado el plan ideal para que las cosas se volvieran justas.

Ellos me dijeron que yo no me metiera en nada, que ellos lo resolverían.

Yo no tenía que manchar mis manos o algo así.

Y aun cuando ese problema estaba de alguna forma solucionado, en el aire seguía en espera el culpable de las fotos en la red.

Violeta tomó fuerza como sospechosa el día que empezamos con la maqueta.

Ella habló de Mi Novio con tanta confianza que me hizo pensar que tenía otros planes en manos. Después de todo, ella había sido muy callada y reservada hasta ese momento.

Al pelinegro evitaba mi mirada siempre que podía, parecía ansioso. Era algo extraño en él, pero cuando intentaba preguntarle el evadia el tema totalmente.

Diciendo cosas como "Es tu imaginación" "estas exagerando"

Mi favorita fue una en especial.

Cuando veíamos una película en el sofa y el se había sentado lo más lejos posible de mi.

Nunca tenía cuidado con esas cosas apasar de que yo era una hermosa chica y el un chico.

Pero ese día me evitaba por completo, mirada, toque y cercanía.

― ¿Podrías decirme ya que sucede? ― le pregunté sería, mi mirada estaba fija en la platalla.

― Nada ― su respuesta fue cortante y casi me pidió que me quedara callada para que siguiera viendo la aburrida película.

― ¿Acaso hice algo malo?

― No se trata de ti.

― ¡Sé que se trata de mi! ― volte a verlo cuando exclame eso.

El tampoco me estaba observando, y apenas lanzó una mirada fugaz por el rabillo del ojo y suspiró.

― Sé que te has vuelto el centro de mi universo ― su voz gruesa resonó en el silencio de mi mente ― pero las personas pueden vivir ignorando al sol.

Pude sentir el calor concentrandose en mis mejillas. Abrí mi boca para hablar pero el se levantó y se fue, dejándome como una tonta mirando el lugar vacío que había dejado.

Tenía sentimientos encontrados que me evitaron reaccionar.

Me sentía feliz, pero también había dolido.

Mi padre me llamó cuando estábamos cenando. El dijo que teníamos que tener una cena en familia. Que ya era hora de que conocieran a mi novio.

Me dijo que debía decirle al pelinegro que yo era una princesa y le comenté que el ya lo sabía.

Cumpliría dieciocho en poco tiempo y segun el trato que había hecho con mis padres, esa sería la fecha en la que me nombrarian ante todos la princesa heredera a la corona.

Asi que antes de eso, ellos tenían que conocer al chico que estaría a mi lado en ese momento.

El ojiverde escucho toda la conversación así que acepto sin decir más.

Casi le dije que seguro era un plan tonto de mi padre, que no tenía que aceptar. Después de todo, el sabía que en realidad no éramos novios.

Pero me quedé callada por alguna razón.

Quizás debí hablar, eso hubiera evitado más problemas.

Cuando llegó el día de la poco esperada cena, el chico no se puso nada especial, era su ropa de siempre y pensé que estaba bien.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora