CAPITULO TREINTA Y CINCO

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MC Rudo y yo estábamos sentados en el sofá, el había vuelto del trabajo recientemente y cortó panes dulces en pequeños pedazos que eran fáciles de comer para mi.

Le dije que yo prefería comerlo asi.

Me senté de espaldas a él y recargue mi cuerpo en su hombro para subir mis pies al sofá.

El clima por la noche era mas frio, asi que tenia una sabana en las piernas, el pelinegro me dio chocolate caliente, era instantáneo, pero era delicioso.

Duque dormia placidamnete en su pequeña cama cerca del balcon.

Habían pasado días desde que le había dicho que mis padres eran los reyes y no me había creído. Lo pensé muy bien y decidí decírselo directamente.

Si el se enteraba de otro modo me odiaría. Decirle a alguien al respecto no era bueno, pero podía confiar en él.

Sé que podía.

― Tu no hablas mucho de tu vida ― murmuré.

Mire la taza entre mis manos. La pelicula estaba empezando pero no queria saber de ella.

― Y tu hablas demaciado de la tuya.

Sonreí.

― ¿Me contaras? ― a pesar de que la tele sonaba, era el unico ruido en la habitación. El pelinegro de quedó callado por unos segundos antes de responder.

― ¿Que quieres saber?

― Cosas importantes ― sople el humo que salia de mi bebida e intente probarla pero aun estaba muy caliente.

Nuevamnete hubo una pausa en la conversacion.

― Siempre he querido un oso de peluche gigante.

Me sorprendi y gire la cebeza par intentar verlo, a mi izquierda sus ojos verdes parecian birllar mas que la tenue luz en la sala.

― Cuando era pequeño, mis padres me llevaron a un parque de diversiones ― se quedó callado, miraba al frente fijamente y sabia que yo lo miraba pero no intentó regresar a verme ― Habia un oso enorme en unos de los juegos, pero fue muy dificil conseguirlo, realmnete no lo conseguí en el unico intento que tube.

Una pequeña risa salió mezclada en un suspiro.

― Obviamente no lo conseguiria. Pero lo queria.

Esta vez me miró a mi directo a los ojos. Estábamos muy cerca.

― Es el unico recuerdo feliz que tengo con mis padres.

― ¿Cuantos años tenias?

Sonrió de forma melancolica ― Cuatro.

Nuvamnete hubo silencio hasta que volvió a hablar.

― ¿Hay algo que me quieras decir?

Sonreí por su pregunta. El era muy bueno adivinando.

― Quiero contarte tambien algo. Pero siento que no es apropiado despues de lo tuyo.

― Cuentame, me gusta escucharte.

― Mis padres... ― esta vez fui yo quien desvió la mirada y bebí del chocolate antes de continuar ― Mis verdaderos padres son los reyes del pais.

― Ya no es gracioso ― su voz era fria y dura.

― Hablo en serio ― Regrese a su mirada, el estaba serio y una de sus cejas estaba alzada, me gustaba eso ― No hay un principe ¿sabes? Es una princesa, una linda.

Su mirada seguia en mi y su ceja bajó.

― Mi padre no queria que supieran, pero dijo que a los dieciocho me presentarian.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora