CAPITULO CUARENTA Y UNO

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― Prendimos la fogata para contar historias.

La repentina aparición de Katerin me hizo sumergir mi cabeza en el agua sin pensar en lo tonto que era.

― Si, iremos en un momento.

El sonido se escuchaba apagado y salí a la superficie cerrando los ojos.

El pelinegro me cubrió con su cuerpo y vi como Katerin se alejaba ondeando su cabello rojo en la suave brisa de noche.

― Deberíamos volver, necesito una ducha.

Nadamos hasta la orilla y salimos con los pies descalzos. Volvimos por el pasillo de madera para traer nuestras cosas de vuelta, el dejó que yo fuera enfrente pero su mirada penetrante me dijo el por qué.

― ¡Basta! ― le exclame volteando a verlo y después camine más rápido para llegar a las cosas.

― ¡Me encantas! ― respondió con una sonrisa.

― Eres un tonto.

Me puse su playera rápido e intente sacar el exceso de agua en mi cabello.

El chico metió sus manos en las mangas de su camisa azul y no pude evitar ver de reojo.

Su cuerpo era perfecto.

En definitiva los griegos morirían al ver a alguien así.

― Deja de mirarame ― su media sonrisa apareció cuando su cabeza salió por su playera y después está cubrió su cuerpo.

― ¡Admiro la belleza del ser humano!

― ¡A mi no me dejas admirar la belleza también!

― Ni belleza es exclusiva.

― ¿No puede ser exclusivamente para mi? ― su sonrisa ladina me hizo sonreír también.

― No.

Me coloque mis zapatos y le extendí las manos para que me diera mis pupilentes.

― Creo que tus ojos son hermosos así.

― Gracias, pero no gracias.

Rodó los ojos y me dio el pequeño empaque.

Cubrí mi ojo azul y volví a las cabañas con el detrás mío.

― Debí de haber obtenido una foto ― se quejó ― De ti en traje de baño.

― Perdiste la oportunidad para siempre.

― Hey ― me llamó y voltee a verlo, el flash me sorprendió ― Tú usando mi camisa con un traje de baño abajo es mejor.

― Tambien quiero una foto ― murmure.

― Me quitaré la camisa para ti cuando quieras ― Me guiño el ojo y continuó caminando.

Me sentí avergonzada por sus palabras.

También me gire y fui hacia la cabaña de chicas para tomar una ducha.

Me coloque una blusa rosa con bordes negros y unos pantalones oscuros.

Cuando salí todos estaban al rededor de la fogata sentados en unos troncos.

Violeta estaba entre MC Rudo y Francisco, al lado del pelinegro había un lugar que supuse había guardado para mí.

Me senté mientras intentaba entender de lo que hablaban.

― Me gusta como luces la ropa oscura ― me murmuró acercándose a mi oído.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora