El sonido de ella calle se filtraba por la ventana con el vidrio polarizado apenas 5 centímetros abajo.
Las personas que hacían sus vidas caminando por la acera de la calle miraban curiosos aquel auto negro brillante pasar sin la menor de las prisas.
El ambiente era cálido y también un poco incómodo.
Podía sentir atravesar mi piel millones de miradas como pequeñas agujas que se incrustaban en mi. Sabía que todo eso solo era producto de mi imaginación pero no podía evitar pensar que yo era el centro de atención ese día y no de una forma en la que yo saldría bien a toda costa.
Las opiniones eran positivas pero las personas cambian de parecer entre más piensan en algo, dudan de lo que creen o siguen la corriente.
Aquella molestia imaginaria se disipó en cuanto senti el calor de la mano del pelinegro en la mía.
Metió sus dedos entre los míos y apreto mi palma, sonrió con dulzura y los bellos de mi piel sé crisparon con el inesperado sentimiento.
No quise quedarme por mucho tiempo sin respuesta y solo atiné a sonreír también. El vidrio polarizado del auto me dejó ver qué a mi otro lado Jaqueline nos miraba con disimulo.
Estaba atenta a nuestras acciones inspeccionando que todo estuviera bien. No parecía confiar del todo en él y eso aumentó el nerviosismo que antes se había apasiguado por la cercanía de Richard.
- ¿Tus padres no han dicho nada sobre nuestra relación falsa anterior?
- No he hablado con ellos desde entonces, no sé que tengan que decir, pero sé que uno de ellos estará furioso.
- ¿Eso crees? - su mano derecha subió hasta mi mejilla y quitó el mechón en mi rostro para pasarlo detrás de la oreja con suavidad y delicadeza, como si se tratara del objeto más delicado y precioso que haya existido - Quizás no sea tan malo como crees.
- O quizás sea peor - suspiré y dejé caer mi cabeza sobre su hombro sintiendo que todo el caos de los últimos días salia por aquella ventana de apenas 5 centímetros de alto.
- Ya casi llegamos a la compañía, el puede esperarte en oficina.
El no podía asistir a una junta privada de la compañía, por lo que esperar en la oficina de Jaqueline era la mejor opción, después de eso el plan era ir al Palacio y esperar que mis padres no fueran tan duros conmigo con el ahí.
Cuando el auto se detuvo me enderece en el asiento y me prepare mentalmente para todo el tiempo que se avecinaria antes de la coronación, pasamos un gran obstáculo, ahora quedaba seguir con todo el rollo de la pareja perdidamente enamorada y convencer a las personas de nuestra inocencia y papel de víctimas en todo el asunto.
El pelinegro soltó mi mano y me sonrió para animarme, le mostré mis dientes en una gran sonrisa también.
Bajamos en el estacionamiento subterráneo del edificio de doce pisos de la compañía.
La sala de juntas se encontraba en el onceavo piso, algunas actrices o modelos famosos tenía el privilegio de poder usar el elevador privado de los ejecutivos, con menos gente fluyendo y por lo tanto menos paradas.
El elevador del estacionamiento llevaba hasta el primer piso donde estaba la recepción.
La rubia joven colocó sus mamos enlazadas a la altura de su estómago e inclino su cabeza en forma de un formal y respetuoso saludo.
- Buenos días Señorita Caroliana - le saludé con una sonrisa.
- Buenos días Señorita Illiano - me prendió con el mismo gesto. Mi fama de niña buena era toda una obra teatral de dónde solo estaban excluidos mí familia, mi familia falsa, la familia de Fred y ahora Richard. Podrían decir que son muchas personas, pero en absoluto los son.
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¡No La Traten Como Princesa!
Teen FictionSegundo libro de "Educando a la futura princesa" Esta historia será narrada por Charlotte, la hija de los famosos reyes del país, quien se convirtió en la típica princesa caprichosa, arrogante, manipuladora, terca y egocéntrica. Pero tras varios cap...