CAPITULO CUARENTA Y TRES

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El ambiente diario de DH era diferente al resto de las escuelas del país.

Era más brillante y elegante.

Los cristales divisorios y brillantes lamparas en áreas comunes, los acabados de madera, los grandes ventanales que se dirigían al inmenso patio del campus llenos de canchas, áreas verdes y espacios recreativos.

Si pudiéramos definir el estilo artístico del interior, diría que era de un estilo Art Nouveau. Con ornamentos asombrosos, pero sin llegar a lo excesivo del Rococó.

Un estilo modernista adecuado sin llegar a los simplista y pesado del post modernismo.

En términos simples, era como un castillo antiguo, pero moderno.

Algo contradictorio si lo piensas objetivamente pero las características del edificio en si, mostraban la combinación de lo antiguo y lo moderno en perfecto balance.

El arquitecto a cargo se había lucido con el diseño y las agregados posteriores no habían devaluado la calidad del proyecto. El complejo se había convertido en uno de los mayores símbolos de arquitectura del país, claro colocando como principal el palacio.

Caminamos por los pasillos con paredes color hueso. Pequeñas lámparas de cristales colgaban del techo apenas unos centímetros, arrojando una tenue luz amarilla, los chicos miraban con especial atención a cada detalle. Rosa y su par de amigas, Ana y Sofía, alzaban la barbilla mirando hacia abajo y con desinterés.

Era evidente que su meta principal era devaluar a DH, aunque siendo sinceras, ellas no parecían tener buen gusto, que les desagradara solo resaltaba el buen estilo que se poseía.

― Joshua ― dije cuando el chico pasaba por un costado, con la cabeza gacha intentando pasar desapercibido. Cuando reconoció que falló se detuvo y me miró con una sonrisa ― ¿Sabes quién está a cargo del evento?

Cómo si yo fuera quien dirigía a aquel grupo de estudiantes, se detuvieron.

― Cuando te fuiste, Pamela tomó la presidencia y designo a sus amigas al comité.

No expresé mi indignación por la noticia.

Esa arpía, lo único que esperaba era una oportunidad como esa para intentar tomar mi lugar.

― ¿Así que fue elegida? ― pregunté.

Se encogió de hombros ― Se autonomino, y nadie más quería el puesto.

Asentí ― Puedes irte, gracias.

El chico hizo lo que le indique y se dirigió a los casilleros de deporte.

― Eres como la la Reina de la escuela o algo así ― Mencionó con sorpresa la pelirroja ― Siento como si pudieras detener una avalancha con solo pedirlo.

Le sonreí con dulzura ― Son mis amigos después de todo.

Mentira.

Me reprendió mi subconsciente y la ceja alzada de Mc Rudo mostró la misma incredulidad.

― Puedes mandar aquí, pero no a nosotros.

Rosa se hizo espacio entre la multitud y salió caminando con sus amigas hacia la salida que dirigía a las canchas deportivas.

Los demás tomaron caminos diferentes y se esparcieron en el gran espacio. Los únicos que nos quedamos ahí, fuimos Katerin, Mr Troglodita, Violeta y Francisco.

El último fue la sorpresa.

Mire a los chicos extraños a mi, ellos se miraron entre sí y luego Violeta se encogió de hombros.

¡No La Traten Como Princesa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora