Miras los escaparates de las joyerías del centro comercial. Hay anillos tan bonitos, brillantes y preciosos que te dan gana de comprarte uno a ti misma. Sin embargo, llevas dos años esperando a que sea Calum quien te regale un anillo como señal de compromiso.
Tu novio se para delante de una joyería y pega la nariz al cristal.
- ¿Te gustan?- pregunta.
Sin poder evitarlo, gritas de emoción en tu interior y corres a su lado, mirando cada uno, eligiendo el perfecto. Al final del todo hay un anillo precioso que te recuerda muchísimo al de tu madre.
Suspirando, asientes y lo señalas.
- ¿Ese?
- Sí, es precioso.
Con una sonrisa, gira la cara y lo observa con más detenimiento.
- No sé, es un poco caro.
- Es el más barato de la tienda, de hecho.- comentas esperanzada.
Por fin.
No te lo crees.
Por fin tu novio de hace años se está replanteando el anillo de compromiso. Por fin podrás llevarlo puesto en tus reuniones con tus amigas y presumir del marido que tendrás. Por fin Calum está seguro de querer pasar el resto de su vida junto a ti.
Sonriendo, te acercas a él y le das un beso en la mejilla. Te brillan los ojos y tienes muchísimas ganas de correr a casa y llamar a tu madre, a tu hermana y a tus amigas.
¡Por fin estarás comprometida con el amor de tu vida!
- Bueno, tienes razón, es bonito y barato.- dice.
Asientes.
- ¿Me acompañas a comprarlo? Mi madre cumple mañana y quiero regalárselo hoy mismo.
Te separas de él y desaparece tu sonrisa.
- ¿Qué?
- Mañana es el cumpleaños de mi madre.- sonríe.- ¿Lo habías olvidado?
- Ah, es verdad.
Tienes que morderte el labio para no echarte a llorar.
¡65 votitos y subo la siguiente parte de la trilogía! Por cierto, tengo una novela con Calum Hood que a lo mejor puede gustarte tanto como a mi. Se llama Whatever. ¿Te has pasado ya?
Cuidaos,
Aleave