Levantas la cabeza y le sacas la lengua, haciéndole reír. Llevas dos horas tendida en el sofá, viendo el televisor y durmiéndote cada dos por tres encima de Michael. Son días nada productivos que te encantan y te hacen empezar la semana con muchísima fuerza.
- ¿Mañana haces algo?- pregunta.
- No, ¿por?
- Ponte guapa, te llevo a cenar con sorpresa incluida.
Tratas de sacarle más información, pero apenas te dice nuevos detalles.
Por el resto de la tarde, das vuelta al asunto. Michael nunca ha sido un novio romántico, nunca te ha llevado a restaurantes románticos ni ha preparado cenas sorpresas. No es algo que esperarías de él en un día normal. Por ese mismo motivo, estás nerviosa.
No es tu cumpleaños, ni vuestro aniversario, ni es ninguna fecha importante.
- ¿No me puedes decir la sorpresa?
- Entonces dejaría de ser sorpresa, cariño.- se ríe.
- ¿Ni una pista?
- Vale... píntate las uñas porque lo agradecerás cuando saque la foto.
Casi al segundo, se te cruza una idea maravillosa en tu mente: va a pedirte matrimonio.
Dios mío.
Michael va a darte un anillo de compromiso.
¡Hola! 60 votitos y subo la siguiente parte.
Cuidaos,
Aleave