Luke suele irse de retiro sin avisar a nadie, sin empaquetar sus cosas, sin agarrar una guitarra y sin darte un último beso. Se va como se van los días malos: sin darte cuenta.
Dos meses después de su marcha, escuchaste la puerta abrirse. No tuviste que mirar hacia ella, pues conociste perfectamente la suavidad con la que caminaba para no hacer ruido. Tras muchos años con él, sabías que si Luke se había ido era porque necesitaba irse. Y, como lo quieres, jamás lo pararías.
Lo quieres, pero lo prefieres libre. Y si él necesita huir sin dar explicaciones, está bien.
- ¿Me echaste de menos? - dijo sonriente, apareciendo en el salón.
Lo miraste con mala cara, fingiendo enfado. Sin embargo, tan pronto fue hacia ti y te abrazó, cambiaste la cara. Sonreíste con muchísima alegría y lo abrazaste mucho más fuerte, recuperándote de su retiro.
- La próxima vez avísame.
- Entonces no sería tan divertido, ¿no? - dijo, riéndose.
Recuperaste el tiempo perdido esa tarde entre prendas de ropa, besos y películas en el sofá.
¡HOLA! Sé que no he sido nada frecuente últimamente, pero no me gusta escribir cosas que no me salen del corazón. Así que, si he vuelto, es porque me apetecía de verdad. Y aquí estoy, dispuesta a publicar tanto como me apetezca.
¿Cómo estáis?
Espero que todo esté bien.
- Aleave