Cuando te quieres, no necesitas que tu pareja te jure amor eterno porque sabes que, aun sin él, serías feliz. Cuando te quieres, no necesitas razones para abrazar a alguien porque haces lo que te pide tu corazón. Cuando te quieres, buscas ante todo tu propio bienestar, independientemente de que te guste o no.
Pero cuando quieres a Calum como lo haces tú, es complicado mantenerse firme en sus ideas de amor propio.
Corrió hacia ti nada más entrar en casa. No esperó ni un segundo a abrazarte y esconder su cabeza en tu cuello, respirando ahí donde él suele colocar la cara mientras duerme. Suspiró profundamente y notaste cómo le tembló todo el cuerpo.
Fue como si aquel gesto tan simple como un abrazo le rompiera todas las barreras.
- La he fastidiado bastante.- susurró, sin soltarte.
Asentiste, aunque no era del todo cierto.
- ¿Qué puedo hacer para arreglarlo?
Podrías haberle pedido comida, viaje, dinero, amor, sexo o besos. Podrías, dado el caso, pedirle que se marchara y te dejara vivir la vida de soltería que siempre quisiste. Sería totalmente razonable pedirle espacio para pensar las cosas con más tranquilidad, evitando tomar decisiones equivocadas.
- Calum.
- Dime.
- ¿Has venido para quedarte?
Asintió.
- Pues pidamos chino, tengo montón de ganas de comer.
Su cara fue un poema. Pero un poema bonito, de esos que guardas doblado en tu cartera y lees cada vez que debes pagar algún capricho. Un poema que transmite alegría, alivio, amor y compasión. O admiración. No importante. Pero Calum es tu poema.
- ¿Así de fácil?
- La vida es corta, Calum. No voy a dejar que el orgullo me quite minutos de felicidad. Cuanta más felicidad haya en mi vida, mejor vivida estará.
¡Hola! Siento la tardanza pero estas semanas estoy liada con los exámenes finales. Espero que lo entendáis.
Mucha suerte a las que tengáis exámenes también. ¡Ánimo!
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Cuidaos,
Aleave