[CANCELADA]
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Quería una aventura. La obtuvo.
Enamorarse no era parte de los planes de ninguno de los dos, pero sucedió.
Creía saber quien era. Pero, no. Vivió en una cruel mentira, que nadie creería que unos héroes controlarían.
...
—¿Qué hacen aquí? —les pregunté con un semblante frío.
—¿Cómo que que hacemos aquí? —me preguntó mi padre— vinimos por ti.
—Yo nunca se los pedí.
—Se que estas molesta con nosotros pero quedarte aquí no te hará sentir mejor. Pan es una monstruo y tarde o temprano te darás cuenta.
—Si vinieron a pedirme disculpas y a decirme que Peter me traicionara, me matara o algo así, mejor vayanse. Ahora no tengo ganas de seguir hablando de esto.
—______...
—Ya la oíste, Garfio —peter se puso a mi lado—, mejor vayanse o yo los hechare por las malas.
—Callate Pan.
—Papá, basta. Si vine aquí es porque no quería estar con ustedes.
Me veía con rostro de arrepentido y me decía que lo había arruinado pero que tenia que volver, no podía quedarme aquí. Yo lo ignoraba o le decía que no volver es a Storybrooke, por mas que me ruegue.
—_____ —habló Henry por fin— tienes razón, no fue lo correcto y sabía que algún día te enteraría y pasaría algo así. Yo te diré la razón por la que te borramos la memoria.
—Esta bien, pero a solas —mire a mi familia— y también me refirió a ti, Peter.
Henry yo nos alejamos. Él me contó que a los cuatro años comencé a soñar que iba a una isla llena de magia, en donde los niños nunca crecen. Soñaba casi, todos los días con esa dichosa isla. Yo les contaba a él y a mis padres sobre mi sueño, ellos no le tomaron importancia porque era una niña soñar e imaginar era lo que mejor sabia hacer. Pero un día describí a un chico que veía en la isla, con el que pasaba tiempo allá. Mis padre cuando se dieron cuenta de que describía a Peter trataron de que dejara de soñar eso y tuvieron que recurrir a Gold.
—Antes de que olvidarás, ellos pensaban que si tenias un amigo de casi o de tú edad te podrías distraer y olvidar la isla. Y, como no había niños de tú edad en Storybrooke, tuve que ser yo.
—¿Qué edad tenias en ese entones? —le pregunté.
—No me acuerdo bien, pero ya era un adulto.
—¡¿Ellos te obligaron a...?!
—No, yo quise reducir mi edad, quería proteger a mi hermanita de Pan.
Mi cabeza estaba a punto de estallar. Mis padres están dementes, ¿cómo pudieron haber hecho algo así?
Me siguió contando que después de que Peter me trajera a Storybrooke, yo ya niñera la misma, tenia problemas, en especial familiares. Decía que me la pasaba en mi cuarto leyendo y releyendo la carta que Peter me dejó. Ellos le dieron la poción a Henry, la cual me la dio a mi y sin saber la bebí , porque confiaba en él. Ellos utilizaron a la única persona en la que confiaba, en ese entonces, en mi contra.
No me borraron la memoria solo para olvidar a Peter porque mis padres lo odian, en especial mi padre, lo hicieron también para que ese dolor que sentía se fuera y volviera a ser la de antes, pero no tomaron en cuenta que si me enteraba, el dolor iba a ser mas profundo.
No me di cuenta ciando empecé a caminar, a grandes zancadas, hacía donde se encontraban ellos, no estaba pensando en nada, no tenia idea de lo que iba a hacer cundo llegar con ellos. Oía a Henry llamarme pero no le hacia caso.
—¡Quiero que se vayan!
—_____, Nosotros...
—¡No! Ya no quiero escuchar otra disculpa. Ya no quiero escuchar nada de ustedes. Nunca les importaron mis sentimientos, solo hacían lo que creían que fuera correcto. Henry no pudo vivir su vida y lo obligaron a que me diera esa poción para borrar mi memoria. Ustedes no son mis padres, son unos monstruos.
—_______... —hablo mi madre.
—¡No voy a volver a Storybrooke! —grité— No quiero y no me harán volver.
—______, es tú hogar.
—Ahora este es mi hogar —lleve mi mano a mi boca y silbe. Los niños perdidos salieron de los arbustos, donde se escondían. Tenían sus armas listas para atacar. —No quiero hacerlo pero si nos se van no me darán otra opción.
Subieron al barco. Cuando se fueron, me fui de la playa, Peter me llamaba pero lo ignoraba.
—______ —se puso enfrente de mi, yo tenia la cabeza agachada.
Él me agarró del mentó y, con suavidad hizo que lo viera a la cara, tenía los ojos rojos e hinchados y las mejillas cubiertas de lágrimas. Él me atrajo a su cuerpo, rodeando me entre sus brazos. Yo lloraba, él me acariciaba mi cabello y me decía que siempre estaría para mi pase lo que pase. No lo admiti pero necesitaba esto.
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