Una de las partes más difíciles del trabajo de Daniel era trabajar con niños. Hacer que estos entendieran la gravedad de los asuntos y estuvieran realmente dispuestos a colaborar con el doctor era una de las cosas más complicadas que un ser humano había tratado de hacer. Por eso cuando Daniel tenía a Iris Valderrama sentada justos enfrente de él y viéndolo con toda la atención que una pequeña de ocho años puede ofrecer, se sentía levemente intimidado por la presencia de la niña.
- Tu padre de ha contado la historia de tu hermana, ¿cierto? – La niña asintió.
- Desapareció cuando tenía más o menos mi edad, nunca supieron nada de ella hasta hace poco, sé que la trataron muy mal porque escuche a papá contándoselo a mamá y sé que le gustaban los lobos negros, a mí también me gustan. – Daniel le dedicó una sonrisa cálida a la pequeña que lo miraba con ojos brillantes, unos ojos tan parecidos a los de la misma Sofía.
- Quiero intentar algo con tu hermana, ella… se lleva muy bien con los niños de tu edad, le gustan muchas cosas de los niños de tu edad.
- ¿Incluso si ya es mayor?
- Si, incluso si ya es mayor. – La niña asintió como si realmente entendiera lo que eso significaba. – Me gustaría que hables con tu hermana, presentártela, que se hagan amigas y puedan confiarse secretos y jugar juntas, ¿te gusta la idea? – Los ojos de Iris se abrieron sorprendidos y una hermosa sonrisa se apoderó de su rostro y comenzó a asentir emocionada. – Pero hay algo que tienes que prometerme… Dejarás que yo esté presente en esas reuniones y tendrás esto en tu bolsillo todo el tiempo… no le dirás a tu hermana que lo tienes. – Le enseñó una grabadora pequeña y ella lo vio con desconfianza.
- ¿Para qué es eso? ¿es uno de esos artefactos que graban las conversaciones de las personas? – Daniel asintió y se sintió sonrojar ante la mirada acusadora de la niña, cuando fuera grande tendría un gran poder sobre las personas que la rodearan. – ¿Va a ayudarla?
- Si, puede que la ayude y mucho. Me va a permitir conocerla más y le va a permitir abrirse a tu padre y a Isabel, incluso puede que comience a tener una relación como la que tienes tú con tus padres. – La niña frunció el ceño y comenzó a pasarse la lengua por los labios, era lo más pensativa que Daniel había visto a una niña de ocho años.
- De acuerdo, doctor, voy a ayudarlo si eso va a ayudar a mi hermana y a mi papá.
Daniel había pedido permiso para grabar la conversación de ambas Valderrama. Isabel había ayudado a convencer a su ex marido de todo aquello; y aún, parecía un poco intimidado por el hecho.
Pero la parte fácil de la misión estaba completada, ahora Daniel solo tenía que presentar a las hermanas y esperar, esperar que el vínculo con alguien de la edad de Iris fuera suficiente para que Sofía terminara de abrirse y comenzará a revelar más sobre esos hombres que la habían tenido cautiva por tanto tiempo.
- Sofía… - Dijo abriendo la puerta del cuarto de la mujer, ella estaba sentada frente a su ventana con una mirada triste. – Tengo a alguien aquí que quiere conocerte. – Eso llamó la atención de la joven. – Su nombre es Iris Valderrama, es tu hermana menor.
- ¿Mi hermana?
- Si, ¿quieres conocerla? – No necesito respuestas, el rostro de Sofía gritaba de emoción e incredulidad. La pequeña Iris avanzó con paso seguro para estar justo frente al doctor.
- Hola. – Dijo Iris, y Daniel se sorprendió de ver a la menor sonrojarse, pero en definitiva lo que más llamó su atención fue la reacción de Sofía, parecía completamente sorprendida. Se agachó frente a la niña y extendió su mano, mostrándole la palma. Iris colocó su palma en la de ella y Sofía sonrió.
- Hola.