No sabía que estaba haciendo, solo veía el vacío con los ojos perdidos. Una copa de vino en su mano izquierda y un viejo libro que había usado en la universidad en la derecha. Aún podía recordar la mirada de dolor en el rostro de Sofía cuando había dicho que quería volver a casa… Dejo escapar un suspiro y miró por la ventana que tenía al lado. Las luces de la pequeña ciudad brillaban a sus pies. Había comprado ese apartamento tres años antes y el motivo principal era esa vista, lo ayudaba a relajarse y a pensar. Muchos de sus casos los había analizado y re analizado vestido con un pants y una camiseta floja y la hermosa vista como única acompañante. Escuchó pasos que salían de la habitación de huéspedes. La habitación que actualmente estaba ocupando su hermana mientras estaba de visita. La vio caminar con sus shorts y su camisa de pijama. Vaso de agua en la mano y un libro resguardado contra su pecho.
- Un poco de compañía te vendría bien, hermanito. – Daniel le sonrió agradecido y la vio acomodarse en la butaca que estaba frente a él. - ¿Sigues pensando en Sofía? – El hombre solo respiro profundo y cerró los ojos con cansancio. – Deberías de tomarte un descanso.
- Es un misterio ¿sabes? – Ella lo miró invitándolo a continuar. – Es una niña en el cuerpo de una mujer, no creció, se estancó en la edad de siete años… no pasó ninguna de las otras etapas lo cual no solo hizo más lento su desarrollo sino que la hizo perder contacto con la realidad. Estuvo tanto tiempo cautiva que ya no sabe quién es o que es bueno y que no… Creo que tiene síndrome de Estocolmo. Pero solo es una sospecha… ¿Sabes qué es eso, Camille? – Su hermana negó con la cabeza a pesar de que si sabía la respuesta… a veces hablar hacía que Daniel analizara mejor las cosas. – Es cuando la víctima de un tipo de violencia comienza a identificarse y a justificar a su victimario, convirtiéndolo no en el malo de la película sino en el héroe. En algunos casos se llegan a desarrollar tales relaciones que la víctima puede llegar a enamorarse de su violentador.
- ¿Crees que ella está enamorada de ese hombre?
- Tan enamorada como lo puede estar una niña de siete años… si, es posible.
- ¿Cómo tratas eso? – Daniel se quedó callado, observando cómo su hermana jugueteaba con un mechón de su largo cabello oscuro como siempre terminaba haciendo cuando estaba concentrada.
Le dio un trago a su copa y levantó el libro para que ella viera el título. La vio levantarse caminar hasta el escritorio y regresar con la laptop en sus manos. Daniel y Camille Walker pasaron el resto de la noche investigando sobre un síndrome del que a penas y se sabía la existencia.