Cap. 20

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Melissa se encargó de ayudar a Sofía a ubicarse en su habitación. Daniel había preparado una hermosa habitación color crema con ventanas grandes que daban una vista maravillosa de los jardines internos del centro. Junto a la ventana una butaca del tamaño de una pequeña cama y cortinas de color oscuro. La cama era grande y con cómodas almohadas. El closet era pequeño y el tocador no era muy grande tampoco, no importaba, Sofía no tenía muchas posesiones.

Sin embargo, lo que llamó la atención de Sofía fue el hermoso escritorio de roble que estaba frente a la cama, se acercó y encontró pinturas y colores y yesos y crayolas y libretas de dibujo con su nombre impreso en la primera página. Sonrió y volteo a ver a Melissa quien le devolvió la sonrisa.

Ese día la joven se dedicó a pintar y a pegar sus dibujos en las paredes y ventanas de su habitación. Melissa llenó formulas tras formulas con los datos de Sofía y las observaciones que le habían hecho en el hospital, las nuevas enfermeras tendrían que saber a qué se enfrentaban. Daniel reunió al personal y les hizo saber de la llegada de la señorita Valderrama, las complicaciones del caso y como debería de ser tratada, cuando todos los empleados se retiraron, Daniel se dejó caer en una silla y ocultó el rostro entre sus manos. Se sentía agotado, su hermana seguía desaparecida y tenía que hacer el perfil del secuestrador. También tenía que ver a Sofía y lograr que se abriera un poco más con él.

-          Hermano… te ves horrible. – Daniel levantó la mirada y se encontró con una sonrisa cálida y unos ojos verde profundos que lo veían sabedores de todo lo que lo molestaba.

-          Matt… pensé que estabas de vacaciones.

-          Oh… lo estaba, disfrutando de unas hermosas vacaciones lejos de este lugar… y justo cuando estaba seguro de que me estaba relajando me llegó la noticia de que me necesitabas acá. – Tomó asiento a su lado y lo miro tranquilamente.

-          ¿Camille? – Preguntó y su voz se cortó y sus ojos se llenaron de lágrimas y vio a su amigo asintiendo.

-          Me dijo que tenías a la niña Valderrama como paciente. – Daniel sonrió, era obvio que su hermana llamara al doctor Matt Doyle cuando creía que su hermano necesitaba otra opinión. – Lamento no haber llegado antes de que se la llevaran. – Daniel cerró los ojos y se pasó las manos por el cabello, se sentía nervioso y tan cansado.

-          Tengo que hacer el perfil del secuestrador. Denise cree que puede ser el mismo que secuestró a Sofía.  – Matt asintió completamente serio.

-          También tienes que seguir atendiendo a nuestra celebridad y la preocupación por tu hermana no te deja pensar tranquilo. – Daniel suspiró escuchando las palabras del otro doctor. – De acuerdo, esto es lo que haremos, ve y se el buen doctor que sé que eres, cuida a todos tus pacientes y averigua lo que puedas de quien tuvo a Sofía. Yo me encargaré de hacer el perfil del secuestrador de tu hermana y ...

-          No… - Matt abrió los ojos sorprendidos. – No sabes quién es, no sabes nada del caso.

-          Por eso tú compartirás todas tus notas conmigo y yo iré a visitar a la dulce Denise, conseguiré que me deje ver todo lo que tenga, haré el perfil y encontraremos a tu hermana lo más pronto posible… ¿De acuerdo? – La mirada de Daniel le indicaba que no estaba del todo convencido. – Vamos, amigo, sabes que soy mejor haciendo perfiles de lo que tú nunca serás. – Daniel no pudo evitar sonreír ante el comentario. – Déjame que te ayude, fue por eso por lo que me contrataste aquí en primer lugar, no puedes hacerte cargo de todo.

-          De acuerdo… te diré todo lo que sé y lo que Sofía vaya diciéndome que resulte de ayuda. – Daniel se levantó y caminó hasta su maleta de dónde sacó un sobre manila y lo entregó a su amigo. – Mis notas.

-          Confía en mí, hermano. Voy a hacer que esto funcione.

Esa noche, Matt tenía una taza de café amargo a su lado, mientras, leía una y otra vez as anotaciones que había hecho Daniel.

Dos hombres que vivían en un lugar alejado de la población, Sofía había dicho que muchos de los otros niños gritaban porque no entendían que los amaban, uno más joven que el otro, ¿quizá un padre? ¿un hermano? Pero eso no era todo… el menor parecía ser el hombre que Sofía amaba, este la trataba mejor que el otro, incluso le había comprado cosas. Si tomaba en cuenta lo que la pequeña Nina había dicho el “hombre joven” era el que le regalaba cosas, lobos negros, y el “hombre viejo” era el que se la había llevado del parque.

“La joven asegura que un hombre mayor se le acerco en el parque pero al seguir hablando menciona como un hombre joven la devolvió a su casa”.

Y a eso había que sumarle el nombre que Sofía seguía repitiendo en sus sueños, el que Melissa había escuchado antes: Benjamín. Denise le había preguntado a los señores Valderrama por ese nombre y ellos negaron con la cabeza, ningún Benjamín en sus vidas.

Luego estaba la parte geográfica del perfil. La pequeña Sofía había sido tomada a unas cuantas casas de su hogar, el punto A en el mapa. Nina, por otro lado, había estado jugando en el parque la última vez que la habían visto, el punto B en el mapa, había sido regresada a unas cuantas cuadras de su casa, según el relato de la pequeña, punto C en el mapa. El lugar donde Sofía había sido encontrada era justo en medio de una carretera, cerca de ninguno de los otros tres lugares, por supuesto que eso no debía de sorprender a nadie, punto D en el mapa. Y Camille… Daniel había mencionado que su hermana había ido a un bar con unas amigas, las cuales habían sido interrogadas por Denise. El Palco, vaya nombre para un bar, estaba a unas cuantas cuadras de la casa de Daniel, ese bar era el punto E en el mapa. Los primeros tres puntos estaban a una distancia de unos 10 kilometros los unos de los otros… el cuarto estaba fuera de cuestión, era demasiado lejos. Y el quinto… el quinto era interesante. Entre el bar y la casa de Daniel había varios edificios de apartamentos, pocos negocios, ¿sería un buen lugar para mantener a una mujer? No, definitivamente no.

Eran las tres de la mañana, dormiría un par de horas y volvería a leer todo. Ya pensaría con más claridad cuando no se sintiera tan abrumado por toda la información que había absorbido en unas pocas horas.

El Síndrome de Estocolmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora