Todo el pabellón se despertó esa noche con gritos. Algunos de los pacientes comenzaron a gritar desesperados al ser despertados. Otros, lloraban en silencio pegados a sus puertas. Los que habían logrado mantener el control trataban de calmar a los demás. Las enfermeras y enfermeros corrieron en todas direcciones buscando a los que gritaban y en algunos casos poniendo inyecciones de sedantes que los dejaban durmiendo plácidamente.
Daniel y Matt fueron llamados de emergencia, ambos corriendo, en pijamas y buscando la fuente de todos esos gritos. Fue June la que los guío hasta la habitación de Sofía. Los gritos que salían de la puerta eran abrumadores, tan fuertes, como si una garganta se desgarrara. Daniel entró, seguido por la mujer y Matt. Sofía estaba en su cama gritando y clavándose las uñas en los brazos hasta que la sangre comenzaba a emanar por las pequeñas heridas.
- Sofía… Sofía… Escúchame, por favor. – Daniel tomó las muñecas de la joven mujer con sus fuertes manos. La miró a los ojos y vio las lágrimas que caían con violencia.
- Suéltame, por favor, nadie puede tocarme. Nadie que no sean ellos.
- ¿Quiénes?
- Ellos. – El gritó se volvió un alarido y luego un lloriqueo. – Quiero irme a casa, ya no quiero estar aquí.
- Aquí estas a salvo.
- No estaba en peligro, era feliz y ustedes me alejaron de mi felicidad, se lo llevaron todo, mis amigos, mi cuarto, mis juguetes… todo. Quiero volver a casa. Odio este lugar. – Daniel aflojó el agarre, pero entonces Sofía se levantó y comenzó a golpearlo con fuerza.
Matt la tomó con fuerza de los brazos y la atrajo hacía sí mismo, alejándola del otro doctor. La joven dejó escapar un gemido y bajó la mirada. Se había convertido en una muñeca de trapo. No se sostenía por si sola. Daniel iba a hablar de nuevo, tratar de calmarla. Una mano en su hombro llamó su atención. June lo miraba haciéndole una pregunta sin pronunciar palabra y él la dejo ir.
- Sofía… Soy June… ¿recuerdas? – La otra no pareció haberla escuchado. Matt asintió dándole animo a June para que siguiera hablando. – Pensé que estabas emocionada por las clases de pintura, que querías aprender… si te vas… no podré ayudarte, no podré enseñarte.
- Puedes irte conmigo. – Un susurro casi inaudible.
- No, no puedo… a diferencia de ti… yo necesito medicina, el dr. D. me cuida. – Sofía levantó la mirada confusa. – Es una medicina muy fea… pero las cosas que hago sin ella son peores. Una vez golpee a unos niños.
- Eso no es malo… A mí me golpeaban porque me amaban. – Sofía estaba mirando a June directamente a los ojos.
- Hay otras formas mejores de demostrar amor. – La mujer mayor sonrió, viendo la confusión en los ojos de la otra. – Un abrazo, una caricia. – Paso sus dedos con delicadeza por la mejilla de Sofía y ella cerró los ojos en respuesta. - ¿Ves? Se siente mejor ¿verdad?
- No…- Sofía abrió los ojos y comenzó a gritar y dar patadas de nuevo. - ¡No! ¡No! Estás mal… Eso no es amor.
Una de las enfermeras entró con un sedante y mientras Daniel y Matt sostenían a la histérica Sofía, la inyectó. Antes de caer dormida unas cuantas lágrimas lograron salirse de los ojos apretados.
- Quiero volver a casa.