Destruyeme, amor [CORRIGIENDO]

capítulo 5

'Hasta jodido le saco una sonrisa'

Hunter:

Cuando dio la noche, salí de la casa de mi amigo, tras haber probado la mercancía. 

Comencé a caminar hasta la casa de Cassie. Le había visto entrar varias veces, se podría decir que la mayoría ebria. También la había visto salir a punto de sufrir un ataque de ira, lo que al principio me hacía gracia.

Cassie se había vuelto importante para mi. Lo que sabía de ella, es que aquella joven de dieciséis años, había sufrido y había llorado demasiadas veces. Su situación era parecida a la mía, por eso entendía su rabia y odio sin motivo hacia la gente.

A parte de eso, no sabía mucho de ella, ni ella de mi, pero me iba a volver una persona importante en su vida. Estaba seguro.

Una vez en la puerta de su portal, me apoyé en la pared esperando que bajara. 

Pensé en mandarle un mensaje, ya que había puesto mi numero en su móvil el día que se lo pedí para "una llamada", pero opté por esperarla ya que si mandaba un mensaje ella seguramente no bajaría. 

Levanté la cabeza y miré el balcón que daba a la habitación de Cassie al escucharla gritar, seguida de su padre. 

-¡Lárgate! ¡Nadie te quiere aquí! ¿Me oyes? ¡Nadie! -escuché a su padre. 

Apreté la mandíbula y me removí en mi sitio deseando que se callara. 

Me aparté de la pared al ver a Cassie salir de casa llorando. Caminaba deprisa, y su pelo castaño se movía pegado a su espalda a cada paso que daba. Sus finas manos estaban cerradas en puños debido a la rabia. 

Sabía que ella había notado mi presencia, pero había decidido pasar de mi. 

Yo corrí hasta llegar a su paso y ella me miró de reojo. 

-¿Estás bien? 

Me arrepentí de inmediato al pronunciar esas palabras. ¿Como iba a estar bien?

-Déjame en paz. 

Suspiré y la cogí de la muñeca delicadamente. Si quería que fuera mía, tendría que tener cuidado con lo que hacía. 

-Lo siento, de verdad -le dije mirándola fijamente- sé cómo te sientes. 

-No lo creo -respondió fríamente.  

Sonreí y noté como miró mis labios unos segundos. 

Ya era mía, estaba seguro.

-Yo creo que si. 

Acerqué mi mano a su rostro y noté cómo se relajó. Limpié una lagrima que caía por su mejilla y me acerqué lentamente a ella. 

Sabía perfectamente que ella iba a dejar que la besara, así que, sin demorarme más, lo hice.