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Levi permaneció esperando fuera del salón de clases de Nina tan sólo un par de minutos, quizás por una simple corazonada que tenía o porque tal vez tenía su horario de clases todavía anotado en su teléfono.

Sí, quizás había sido la última.

Esa era la suerte de Levi, contaba con un grupo de personas que lo ayudaban siempre para conseguir cualquier dato de la chica que quería y por grupo de personas me refiero a una sola, pero ese es otro tema. Cuando Nina salió de su clase, no se sorprendió al verlo sentado jugando con su teléfono en las escaleras del edificio; se acomodó un poco su cabello y se acercó a él.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando? —le preguntó, Levi pausó el juego y se levantó del suelo.

—Toda una vida—mintió—. Es tu culpa por no decirme a qué hora salías—ella se rió.

—Leí en un libro que las mujeres debemos guardar siempre un poco de misterio—respondió, Levi la ayudó con las cosas que llevaba en la mano—. Gracias.

— ¿Te gustan los waffles? Conozco un lugar donde preparan unos muy ricos—comentó Levi pasando su brazo por los hombros de la morena.

— ¿A quién no podrían gustarle? —respondió.

Levi pasó todo el camino hasta el local de waffles contándole sobre cómo a su hermana no le gustaban y lo fuerte y complicada que era la relación entre ellos por eso. Nina sólo se reía por lo absurdo que eso era pero cada quién era dramático a su manera.

Cuando llegaron, el chico pidió dos combos de waffles que venían acompañados con helados y se sentaron en una de las mesas para comenzar a comer. Levi le contaba a Nina cómo había sido su día mientras que ella prestaba suma atención a sus palabras. Le gustaba escuchar su voz, por alguna extraña razón eso la hacía sentirse segura, como si todo estuviese en calma.

Levi era la clase de chico que le gustaba, bueno, Levi era la clase de chico que a las chicas les gustaba; quizás por su personalidad coqueta, su dulce sonrisa o sus ojos que cautivaban, él era esa clase de chicos que veías y decías vaya.

Pero a Nina le gustaba no sólo por su físico, a ella le agradaba estar con él, se sentía cómoda al hablarle y no tenía que meditar muchos sus palabras porque sentía que él no la iba a juzgar. Por esas pequeñas cosas le gustaba y Levi pensaba lo mismo de ella.

—Cuando le pregunté a mi hermana por ti me dijo que eras una chica muy aburrida—comentó Levi dándole un mordisco a su waffle—; es la mentira más grande que me ha dicho porque realmente amo pasar tiempo contigo.

—La gente suele decir que soy algo caída de la mata.

—Puede que un poco—comentó, ella lo empujó juguetonamente—, pero eso es lo que me gusta de ti. Además puedo hacerte bromas con eso, es divertido ver como frunces el ceño—se rió.

Nina frunció el ceño.

—Ves—dijo y se acercó para besar su mejilla—. Me provocas siempre apretarte esas mejillas—se rió. Nina sólo lo miró con gracia, no sabía qué responder a eso—. ¿Te está gustando esta cita?

—¿Es una cita?

—Obvio que lo es cariño, amigo tuyo no es lo que quiero ser—y volvió a mostrar esa sonrisa coqueta que a Nina le encantaba.

A Él SÍ Le Gustas TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora