*amabas ver cómo la chica de pelo corto estornudaba, se te hacía la cosa más tierna del mundo. Pero ella detestaba que la miraras cuando lo hacia*
–Esto tiene demasiada tierra...–exclamé mientras Brenda estaba a punto de destapar un antiguo auto.
Efectivamente, cuando la chica sacó la manta, una inmensa nube de polvo nos cubrió. Una sonrisa fue dibujándose en mi rostro en cuanto vi cómo el rostro de la chica comenzaba a fruncirse.
–Oh sí, vamos. Estornuda para mami.–solté entre risas.
–No... no voy a ¡AAAACHISSS!–
–¡Pero mírate! Que tierna te ves, Bren.–
–Que no soy tierna, mierda.–
–Las chicas tiernas no deben decir malas palabras.–
–Púdrete.–soltó antes de mostrarme el dedo del medio.
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