Capítulo 28| Salieron juntos

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El viaje hacia Southampton no fue en vano, mucho menos una pérdida de tiempo. Hemos descubierto más pistas de las que pensamos que hallaríamos, además de una vieja fotografía de un hombre ya visto antes. No podemos dejar las cosas así, necesitamos más información, es como si cada vez estuviésemos más cerca de saber la verdad. Seth, ni se diga, el resto del camino de vuelta a la universidad se la pasó ojeando esa hoja amarillenta y doblada a la mitad, en ningún momento soltó de sus manos el libro, mucho menos el dibujo del padre de Derek. No lo dijo, pero no hacía falta que lo hiciera. Tenía miedo, estaba asustado, tal vez. Es como si tuviese todo sobre su pasado frente a él, pero no pudiese atraparlo y se resbalara entre sus dedos.

Catherine no volvió a dirigirme si quiera una mirada, se la pasó observando las gotas que rodaban por la ventanilla, ya que afuera llovía.

Cuando el autobús se detiene en la parada correspondiente, Seth se deshace de su chaqueta y cubre lo que ha traído con él para no mojarlo, solo unas gotas de agua podrían significar el fin de esa vieja carta. Debemos correr bajo la lluvia, cubriéndonos insuficientemente con nuestras manos. Aunque hagamos todo lo posible por evitar las gotas de agua, llegamos casi empapados por completo al campus.

Respiro de manera irregular al estar por fin bajo techo, mi cabello mojado se adhiere a mi rostro.

— ¿A dónde vas? —le pregunto a Seth, al percatarme que no parece ir en dirección a nuestra habitación.

No responde de inmediato, pero sí me observa. Una sola mirada basta para saber que quiere su espacio.

—No tardaré —murmura.

Catherine nos envía una última mirada antes de desaparecer en dirección a los edificios Northeast.

Me abrazo a mí misma al adentrarme al edificio B. Northwest, ascendiendo hacia el piso siete, dormitorio 7-05. Al empujar la puerta e ingresar, el lugar se encuentra en penumbras, debido a que las cortinas se mantienen cerradas en su totalidad. No le doy importancia al estar con mis prendas empapadas, prefiero lanzarme a la cama. Sin embargo, no evito soltar un fuerte grito al sentir un peso muerto bajo mi cuerpo. Su grito se mezcla con el mío. Me dejo caer de la cama para encender la lámpara de mi mesita de noche, solo para encontrarme con Tyler sentado encima de mis mantas, con algunas de ellas enrolladas en sus piernas. Su respiración es irregular, como si no estuviese al tanto de lo que está ocurriendo y en realidad lo he asustado.

— ¡¿Me quieres matar del susto?! —exclamo, no sin antes haberle dado un golpe con la almohada.

— ¿Yo, matarte? Casi me da un paro cardiaco por tu culpa —se queja.

—Uish, perdón por haber entrado a mi dormitorio y querer descansar —comento con sarcasmo.

Veo cómo se revuelve el cabello y refriega sus ojos, su aspecto encaja a la perfección con el de una persona somnolienta.

— ¿Qué hora es? —inquiere, intenta observar a través de las cortinas, pero es obvio que no verá nada.

Busco en mi mochila, agradezco en mi interior que por dentro no haya llegado el agua, por lo que mi celular se encuentra totalmente seco.

—Van a ser las seis.

Sus cejas se elevan con tanta sorpresa, que no sería extraño que tocaran su cabello.

— ¿Tanto dormí?

— ¿Con que te dormiste aquí? —enarco una ceja.

—Tenemos algo pendiente, y te estaba esperando. Pero creo que me ganó el sueño —ríe—. Además, ¿por qué estás empapada?

Por segunda primera vez [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora